El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, cumple este sábado seis meses en el poder, en los que ha superado una asonada golpista de simpatizantes bolsonaristas, recuperado los programas sociales de sus anteriores mandatos y devuelto la estabilidad institucional al país, pese a las tensiones con el Congreso.
El 8 de enero pasado, tan sólo una semana después de que el líder progresista asumiera su tercer mandato como jefe de Estado de Brasil, tras dos cuatrienios seguidos entre 2003 y 2010, Lula se vio sorprendido por el asalto de miles de seguidores radicales del expresidente y líder ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022) a las sedes de los tres poderes, en un intento de forzar un golpe de Estado.
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Después de tres meses acampados frente a los cuarteles del Ejército en las principales capitales del país pidiendo una intervención militar para derrocar a Lula, los bolsonaristas atacaron y depredaron las sedes de la Presidencia, el Congreso y la Corte Suprema, pero su acción fue rápidamente neutralizada y cientos de invasores terminaron en la cárcel, en donde aguardan juicio.
REFORMA MINISTERIAL E INDÍGENAS
El comienzo de la gestión de Lula fue marcado por la reforma del Gabinete y el resurgimiento de algunos ministerios extintos por Bolsonaro, como los de Cultura y Deportes, y la creación de otros nuevos, como el de los Pueblos Indígenas.
También en el primer mes de su Gobierno, Lula se encontró con la crisis sanitaria y humanitaria del pueblo yanomami en la Amazonía, cerca de la frontera con Venezuela y donde niños indígenas morían por desnutrición y el consumo de agua contaminada de los ríos.
En una ofensiva contra la minería ilegal, principal culpable de la situación por el uso de mercurio en los ríos y la devastación de la selva, Lula ordenó a las autoridades expulsar a los 20,000 mineros ilegales que actuaban en la zona, en una acción que les restringió a esos grupos el espacio aéreo y el acceso terrestre y fluvial.
La reformulación de algunos programas sociales, como el de vivienda popular “Mi Casa, Mi Vida”, y el ajuste de los programas de asistencia social otorgados con ánimo electorero por Bolsonaro, con el regreso y la ampliación del programa de distribución de subsidios para los pobres Bolsa Familia (beca familia), impulsaron de nuevo el compromiso social del líder progresista.
TIRANTECES CON EL CONGRESO Y EL BANCO CENTRAL
Uno de los escollos que Lula se ha encontrado en su gestión en los seis primeros meses de Gobierno ha sido la dificultad para aprobar los diferentes proyectos en el Congreso, ampliamente dominado por los partidos de centro, a los que ha tenido que “conquistar”.
La ley del Marco Fiscal, propuesta por su ministro de Hacienda, Fernando Haddad, para garantizar el ajuste fiscal, consiguió pasar en el Legislativo y dio le tranquilidad al mercado, temeroso con el aumento del gasto público por la ampliación del número de ministerios y de los programas sociales, y por el freno al modelo de privatizaciones impuesto por Bolsonaro.
También ha enfrentado una marcada diferencia con el Banco Central, que, como ente autónomo, está bajo el comando de un economista indicado por Bolsonaro y que, con el argumento del control inflacionario, ha mantenido la tasa básica de intereses en el 13.75% anual, un nivel fuertemente criticado por Lula por inhibir el crecimiento económico.
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POLÍTICA EXTERIOR Y REAPROXIMACION CON OTROS PAÍSES
Diferente de Bolsonaro, que en sus cuatro años viajó poco y fue impedido por las restricciones sanitarias de la pandemia, Lula ha cumplido una intensa agenda internacional, en la que ha visitado hasta ahora once países.
Los viajes de Lula comenzaron en enero con su participación en Buenos Aires en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), luego pasó por Uruguay, Estados Unidos, España, Portugal, Emiratos Árabes Unidos, China, Reino Unido, Japón, Francia, Italia y el Vaticano.
El líder progresista también intenta sobresalir internacionalmente como el mediador de un posible acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania.
Sin embargo, parte de la prensa internacional y brasileña ha criticado duramente a Lula por sus opiniones sobre la guerra, en las que supuestamente deja ver su inclinación por Rusia, y por la defensa de cuestionados Gobiernos de izquierda en la región, como los de Venezuela -del que defiende su cuestionada democracia- y Nicaragua.
De igual manera, opiniones sobre Argentina elogiando a su colega Alberto Fernández por la gestión económica, abogando por ese país frente a organismos económicos internacionales y prometiendo ayuda financiera, han sido blanco de fuertes criticas de la oposición.
Fuente: EFE