El camionero tenía la radio encendida y un juguete de su hija a su lado. Avanzaba con su pesada carga de maderas por uno de los innumerables caminos de tierra de las zonas rurales de Ucrania.
Hasta que su rueda trasera derecha pisó una mina antitanques de la era soviética TM-62. La explosión hizo que el camionero Vadym Schvydchenko y el juguete saliesen despedidos de la cabina. El camión, vital para su subsistencia, se incendió.
Increíblemente, el hombre de 40 años sufrió heridas leves en una pierna y la cabeza. Otros, sin embargo, no han tenido la misma suerte.
Los soldados rusos están instalando minas, bombas y otros explosivos en territorio ucraniano, que matan a civiles, alteran las cosechas y complican la reconstrucción de viviendas y pueblos. Seguirán causando muertes y la pérdida de miembros mucho después de que la guerra termine.
A menudo, las víctimas de las explosiones son campesinos y otros trabajadores rurales que no tienen más remedio que usar caminos minados para transportar sus cargas en un país que es uno de los graneros del mundo.
Schvydchenko dijo que evitará los caminos de tierra en el futuro, a pesar de que a menudo son la única vía de comunicación en las zonas rurales.
Tampoco le tienta recoger hongos en el bosque. “Me asusta la idea de que esto me vuelva a suceder”, admitió.
Ucrania es hoy uno de los países con más minas terrestres de Europa. La parte oriental, donde se viene librando una guerra con separatistas prorrusos desde el 2014, ya estaba llena de minas antes de que la invasión del 24 de febrero agravase la confrontación.
Los Servicios de Emergencia de Ucrania dijeron la semana pasada que había que despejar 300,000 kilómetros cuadrados (115,000 millas cuadradas), un territorio del tamaño de Italia. La extensión de tierras minadas seguramente aumentará.
El legado mortal de la guerra “seguirá siendo una amenaza oculta por muchos años”, afirmó Mairi Cunningham, quien lidera los esfuerzos de la organización no gubernamental The Halo Trust, financiada por Estados Unidos, abocada a la limpieza de minas.
No se lleva la cuenta de cuántos muertos han causado las minas desde que empezó la invasión, pero todas las semanas las autoridades informan acerca de civiles muertos o heridos. Cunningham dijo que su organización está al tanto de 52 civiles muertos y 65 heridos desde febrero, pero dijo que esa cifra es probablemente “muy inferior a la real”. La mayoría de las víctimas, indicó, son personas que tropezaron con minas antitanques en sectores rurales.
Hay una aplicación que funciona desde el mes pasado llamada “El Desminado de Ucrania”, a la que gente puede enviar fotos, videos y la geolocalización de los objetos explosivos que encuentran, para que sean retirados. La aplicación recibió más de 2.000 datos en su primera semana.
El camino donde Schvydchenko se codeó con la muerte sigue siendo usado, a pesar de que tiene carteles bien visibles que advierten sobre la presencia de minas. Recorre plantaciones de maíz en las afueras de Makariv, una localidad al oeste de Kiev que conserva las huellas de un fallido ataque ruso a la capital en las primeras semanas de la guerra.
Por más de que los soldados rusos se hayan ido de la zona, abundan los peligros en las plantaciones, los bosques y los campos de amapolas. El personal que limpia minas encontró otro explosivo sin detonar a pocos metros del sitio donde una mina voló el camión de Schvydchenko.
En otro camino en las afueras de Andriivke, una localidad vecina, tres personas fallecieron en marzo al estallar una mina que destruyó la camioneta llena de jarras y latas con comida en la que viajaban.
En un campo cercano, el conductor de un tractor resultó herido en mayo al estallar una mina antitanques. Los escombros generados por la explosión hicieron detonar otra mina cercana. Personal de Halo Trust inspecciona cuidadosamente el lugar, donde los soldados rusos cavaron trincheras, en busca de más explosivos.
Cunningham dijo que la forma en que se produjo la batalla por Kiev complica la búsqueda de minas. Los rusos avanzaron hacia la capital, pero fueron rechazados por las fuerzas ucranianas.
“En general, los rusos tomaban un área, instalaban algunas minas antivehículos y se iban”, dijo Cunningham. “Están muy esparcidas”.
Se siguen instalando minas en los campos de batalla, al este y el sur del país, donde Rusia concentró sus ataques tras retirarse de Kiev y del norte.
Una unidad ucraniana que enterró minas TM-62 en un bosque al este de la región del Donbás esta semana dijo que el objetivo era impedir que las fuerzas rusas siguiesen avanzando.
Las trampas explosivas de los rusos a veces no tienen una función militar, según las autoridades ucranianas. En localidades alrededor de Kiev, los expertos encontraron explosivos en los sitios más insólitos.
Cuando Tetiana Kutsenko, de 71 años, regresó a su casa cerca de Makariv, que había sido ocupada por los rusos, encontró manchas de sangre y un agujero causado aparentemente por una bala en el piso del baño, además de cables tendidos en el jardín. Los delgados cables de estaño estaban conectados a detonadores de explosivos.
“Me asusta ir al bosque ahora”, comentó la anciana. “Miro cuidadosamente al piso cada vez que doy un paso”.