Mientras juega con muñecas en la cama de un hospital de Gaza, con una pierna enyesada y cicatrices en la cara, Razan Shabat, de 10 años, no sabe que su madre, su padre y sus hermanos murieron en el ataque que la hirió.
La pequeña forma parte del creciente número de niños de Gaza que han perdido a ambos padres, y en algunos casos a toda su familia, por la guerra entre Israel y Hamás, y que están al cuidado de parientes lejanos, amigos o incluso desconocidos.
“Esta niña no sabe que ha perdido a su familia, y ahora somos nosotros los responsables de ella”, afirma Rajaa al-Jarou, casada con un tío de Razan y que ahora cuida de la niña en el Hospital de los Mártires de Al Aqsa, en Deir al-Balah, en el centro de Gaza.
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A pesar de la gran costra que tiene en la frente y de las cicatrices más finas que hasta la mejilla, el rostro de Razan se iluminó con una gran sonrisa mientras jugaba con dos muñecas rosas de trapo, arrullándolas como haría una madre con un bebé.
Su sonrisa desapareció cuando le preguntaron qué era lo que más echaba de menos en el hospital. “Echo de menos a mi familia. Echo de menos verlos”, dijo, repentinamente triste y seria.
Tenía la pierna izquierda en la cama, completamente enyesada. “Me operaron de la pierna, estaba rota. Y, como pueden ver, tengo una herida en la frente y me han operado cuatro veces del cráneo, pero, gracias a Dios, estoy bien y, gracias a Dios, estoy mejorando”.
Younis al-Ajla, médico que atiende a Razan, dijo que ella y muchos otros niños habían sido llevados solos al hospital. “De muchos de los niños que llegan al Hospital de los Mártires de Al Aqsa no sabemos sus nombres. Escribimos ‘desconocido’ en sus expedientes de ingreso hasta que uno de sus familiares viene y los reconoce”, dijo, añadiendo que éste había sido el caso de Razan durante muchos días.
“Han perdido a todos”
James Elder, portavoz jefe de UNICEF, la agencia de la ONU para la infancia, dijo que era difícil determinar cuántos niños de Gaza eran huérfanos debido al gran número de muertos y a las desesperadas condiciones sobre el terreno.
“Hay muchísimos niños que han perdido a sus padres, pero lo que es peor, han perdido familias enteras”, afirmó.
Los familiares o vecinos suelen dar un paso al frente para cuidar de los niños huérfanos, aunque hay casos tan extremos que no queda nadie vivo para hacerlo, dijo.
“He conocido a niños, normalmente en hospitales porque habían sido heridos al ser alcanzada su casa, que habían perdido a su madre y a su padre y a sus abuelos, tíos, hermanos, a todos”. “Cuando un niño es el último miembro de la familia que sobrevive, entonces tienes un verdadero problema”.
La guerra fue desencadenada por el ataque de militantes de Hamás contra el sur de Israel el 7 de octubre, matando a 1.200 personas, incluidos bebés y niños, y secuestrando a 240 personas de todas las edades para mantenerlas como rehenes en Gaza, según Israel.
Israel, que ha prometido destruir a Hamás, ha respondido con un ataque militar y un asedio total de la franja densamente poblada que han causado la muerte de más de 18,000 personas, la mayoría mujeres y niños, según el Ministerio de Salud de Gaza.
Gemma Connell, una cooperante de la ONU que visitaba el hospital de Deir al-Balah, se agachó para hablar con una niña sentada en el suelo con los pies vendados, que sostenía un globo azul parcialmente inflado en una mano y un paquete de caramelos en la otra. La niña parecía aturdida y no respondió.
Connell dijo que había conocido a muchos niños traumatizados, heridos, hambrientos, asustados y, en muchos casos, desconsolados.
“Muchos de ellos han visto morir a sus hermanos, a sus padres”, dijo en una entrevista telefónica el lunes, luego de su visita al hospital.
“Ayer conocí a una niña de unos cuatro años que no podía hablar por lo que había visto. Ni siquiera podía decir su nombre. Tenía los ojos tan abiertos como los de un ciervo ante los faros (...) Así están los niños en Gaza”.
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