La desconfianza de los argentinos en su moneda y en el sistema financiero de su país los llevó a tener ahorrados US$ 233,323 millones “bajo el colchón” al segundo trimestre de este año, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.
Dicho monto representa más de cinco veces la deuda que Argentina tiene con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que podrían canalizarse a las inversiones que el país necesita para crecer.
Se trata de dólares que “pueden estar en una caja fuerte en un banco argentino, pero al estar en una caja fuerte no se presta”, o es dinero que “está escondido en las casas de la gente en Argentina” o “está en cuentas offshore, puede ser de Uruguay, Estados Unidos, algún paraíso fiscal”, explicó el socio fundador de Alberdi Partners, Marcos Buscaglia.
La magnitud de lo que los argentinos guardan fuera del sistema financiero, que alcanza un 55% del Producto Bruto Interno (PBI) argentino, “es un montón de plata”, advirtió Buscaglia, y “es mucha más plata de la que hay en el sistema financiero argentino”, ya que calculó que los depósitos suman unos US$ 67,000 millones al tipo de cambio paralelo, al que los ciudadanos acceden por las fuertes restricciones para comprar al oficial.
Inflación y confiscaciones
“Muestra la desconfianza”, afirmó Buscaglia, ya que esta forma de ahorro que lleva décadas se debe al “miedo a las confiscaciones de depósitos, las devaluaciones (del peso argentino), la inestabilidad inflacionaria”.
Argentina sufre un historial de alta inflación -alcanzó el 51.4% anual en agosto pasado-, hiperinflación, saltos devaluatorios -hoy la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo es de 88%- y un cepo cambiario que cuando se abre se aprovecha para dolarizarse.
“La probabilidad de un Plan Bónex no es cero”, dijo Buscaglia, en referencia a la medida que colocó bonos sobre los depósitos bancarios en 1989; en tanto recordó el “corralito” del 2001, que impedía retirar el efectivo de las cuentas bancarias; o el fracaso de un par de intentos de ir a esquemas de indexación de activos, que incluyó la intervención política entre el 2007 y 2015 del índice de inflación oficial.
Billetes físicos
La propensión de los argentinos a ahorrar en billetes físicos de dólar ha sido señalada por el presidente el Banco Central argentino, Miguel Pesce, ante el Council of the Americas a fines de agosto pasado.
“Nuestra estimación es que hay US$ 100 mil millones en billetes en nuestro territorio (con unos 45 millones de habitantes), una liquidez mayor de la que manejan algunas regiones de la Reserva Federal de los Estados Unidos”, reconoció Pesce.
De hecho, Alberdi Partners calculó que entre enero del 2003 y mayo del 2021 los argentinos compraron en términos netos unos US$ 111 mil millones en billetes físicos, más allá de los dólares que compraron en forma electrónica.
La economía de Argentina está sedienta de inversiones para crecer en forma consistente y bajar la pobreza, pero como ese ahorro de los argentinos está fuera del sistema financiero no se presta a las familias y empresas para financiar sus consumos e inversiones.
Y un problema adicional en el sistema financiero argentino es la exposición a los títulos que emite el Banco Central para retirar el dinero que imprime para financiar al fisco y evitar más inflación.
“Entre que hay poco ahorro (en el sistema financiero) y ese ahorro está destinado a financiar al gobierno, hay muy poco para financiar al sector privado”, explicó Buscaglia.
Deuda pública
Los ahorros fuera del sistema financiero son parte de la posición acreedora neta que Argentina tiene con el resto del mundo de US$ 127,399 millones, un 3% del PBI, otra singularidad del país, ya que los activos que los argentinos tienen en el exterior superan los pasivos con el exterior.
“Argentina tiene una fuerte capacidad de ahorro”, había dicho Pesce, porque los activos en el exterior alcanzan unos US$ 410,300 millones -al sumar a la inversión fuera del sistema, la inversión directa y en cartera, tanto del sector público como del privado-, que contrastan con los pasivos externos por US$ 282,901 millones.
Pero esa posición positiva para Argentina refleja que “el sector público es deudor neto” y el “sector privado es acreedor neto”, explicó Buscaglia.
De hecho, el endeudamiento público y la fuga de divisas de los privados han sido una constante en la Argentina.
Para Buscaglia, si la economía creciera y generara recursos fiscales para comprar esos dólares que los argentinos tienen acumulados o atraerlos para comprar los bonos que emite el soberano, el Gobierno podría pagar su deuda, pero hoy el Estado tiene déficit fiscal y el mercado de deuda está cerrado para Argentina.