La velocidad no lo es todo en una carrera de caballos que se celebra al norte de Japón. Los animales tiran de pesados trineos, pero lejos de hacerlo al galope, van al trote e incluso más lento, creando un inesperado suspense que engancha a los espectadores.
Estas carreras, conocidas como ‘Banei Keiba’, se celebran durante todo el año en Obihiro, una pequeña ciudad en la gran isla de Hokkaido, el último lugar en el que se mantiene esta modalidad cuyos orígenes se remontan a finales del siglo XIX.
En una fría tarde invierno, ocho caballos levantan el polvo mientras avanzan en una pista arenosa de 200 metros, lastrados por trineos de más de 600 kilos.
De repente, las bestias, que no pueden acelerar, hacen una pausa para recuperar la respiración.
Estas interrupciones “dan un poco más de suspense” a las carreras, que duran apenas dos minutos las más rápidas, comenta Esther McCourt, una turista australiana de 24 años maravillada con el tamaño de estos robustos caballos, dos veces más pesados que los purasangre.
Poco importa que la salida sea buena o no, “la parte crucial son los últimos 50 metros, por lo que todo puede cambiar en cualquier momento”, declaró.
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En memoria de los pioneros de Hokkaido
De pie en los trineos, los jinetes gritan y estimulan a sus caballos con las fustas para animarles a que avancen.
“Si los purasangre nacieron para correr, los ‘banba’ -nombre que reciben los caballos que se dedican a las ‘Banei Keiba’- están hechos para tirar del trineo”, señaló Yoshiyuki Hattori, un entrenador cuyos caballos han ganado varios premios.
Antes los ‘banba’ trabajaban “en el campo, para los humanos y queríamos perpetuar esta historia”.
A finales del siglo XIX los colonos japoneses de Hokkaido utilizaban estos caballos muy resistentes para la agricultura, el transporte de mercancías y la extracción minera. También se creó la tradición de enfrentarlos en pruebas de fuerza en las festividades.
Estos juegos fueron progresando hasta dar nacimiento al deporte hípico del ‘Banei Keiba’, formalizado tras la Segunda Guerra Mundial.
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Un resurgimiento por la pandemia
Las competiciones, en las que las apuestas están autorizadas, fueron muy populares hace algunos decenios. Pero el envejecimiento demográfico y el estancamiento económico del país supusieron un duro golpe, provocando su desaparición salvo en Obihiro.
Pero el ‘Banei Keiba’ vivió un renacimiento inesperado tras la pandemia de covid-19, en la que los japoneses incrementaron su interés en las apuestas en línea.
Además se optó por ofrecer otros incentivos a los espectadores, como la instalación de una granja de animales para niños al lado del hipódromo de Obihiro.
“Mucha gente no sabe que los caballos sirven para más cosas que para galopar y transportar caballeros”, dice Yuno Goto, una enfermera de 21 años que aspira a convertirse en ‘jockey’.
El ‘Banei Keiba’ permite mostrar al gran público la antigua cultura de los caballos de trineo y ofrece “una experiencia diferente con respecto a otras carreras hípicas”.
Taichi Yamada, un espectador de 27 años, espera que este deporte perdure para que no se pierda la tradición.
“Debe ser duro para los caballos tirar de estas cargas, por lo que no podemos evitar gritar para animarlos”, dice.
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