El vehículo eléctrico es un eslabón clave del plan climático europeo, pero su generalización en las carreteras del continente se topa con importantes obstáculos a una década de que se prohíba en 2035 la venta de autos nuevos de combustión.
Las ventas de vehículos recargables “cero emisiones” en la Unión Europea se han estancado, o incluso retrocedido, en los últimos meses. En lo que va de año, los vehículos eléctricos representan un 12% o menos del total de ventas en Europa, contra un 14.6% el año pasado.
El retroceso se explica principalmente por los datos de Alemania, el principal mercado europeo, que puso fin a los subsidios a la compra de estos modelos a finales de 2023.
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La secretaria general de la Asociación de Fabricantes Europeos de Automóviles (ACEA), Sigrid de Vries, no puede esconder su “preocupación”.
Menos del 30% de los europeos dicen estar dispuestos a comprar un vehículo eléctrico, según la ACEA, y más de la mitad descartan gastar más de 35,000 euros (37,600 dólares) en un coche, una gama de precio con muy pocos modelos eléctricos.
“La fecha límite de 2035 es realmente mañana, sobre todo si hablamos de ciclos de producción”, explicó De Vries en una conferencia la semana pasada en Lillestrøm, cerca de Oslo.
“Solo tenemos diez años para pasar del 15% (de vehículos limpios) al 100%”, alertó.
A finales de 2023, un tercio de los 27 países de la UE todavía no había rebasado el 5% de vehículos eléctricos vendidos, umbral a partir del que se puede hablar de adopción masiva, según la agencia de información económica Bloomberg.
El automóvil es el primer método de desplazamiento de los europeos y representa alrededor del 15% de las emisiones de CO₂ del continente, por lo que su descarbonización es esencial para cumplir los objetivos climáticos del bloque.
Aunque sin ser miembro de la UE, Noruega, país anfitrión de esta conferencia, ejerce un papel modélico a pesar de ser un gran productor de hidrocarburos.
Gracias a medidas fiscales muy favorables, los vehículos eléctricos, con Tesla en la cabeza, representaron el 90% de las nuevas matriculaciones de vehículos en el primer trimestre. El objetivo es llegar al 100% en 2025.
Marcas como Volkswagen y Volvo ya han dejado de comercializar sus modelos de combustión en este reino escandinavo.
”Tendencia claramente al alza”
La transición es más lenta en otros países. Reino Unido retrasó cinco años la prohibición de vender vehículos de combustión nuevos, ahora programada para 2035, un plazo que muchos no consideran realista.
La oscilación en las ventas no preocupa a Nissan, uno de los primeros fabricantes tradicionales que se adentró en el sector de vehículos recargables con el modelo Leaf.
“Va en dientes de sierra y será siempre así”, explicó a la AFP su vicepresidente regional encargado de la electrificación y los servicios conectados, Guillaume Pelletreau.
“Hubo un inicio realmente fuerte en la ola de electrificación en los últimos dos años y ahora se empieza a normalizar un poco el proceso. Pese a todo, vemos una tendencia claramente al alza”, dijo.
Grupos como Volkswagen, Stellantis o Renault tienen previsto el lanzamiento de modelos eléctricos más económicos en los próximos meses y se apoyan en modelos híbridos para impulsar sus ventas.
En Francia, importantes subvenciones estatales a los hogares más modestos permitió hacer estallar las ventas durante algunas semanas.
Puntos de recarga
Una de las trabas más mencionadas por el sector es la dificultad para desplegar rápidamente y por todo el territorio las infraestructuras adecuadas. En la UE, más de la mitad de los puntos de recarga se concentran en dos países: Alemania y Países Bajos, señala la ACEA.
En España, donde los consumidores reemplazan sus coches cada 14 años de media, un 65% de los conductores aparcan en la calle, lo que complica la recarga a domicilio, señaló Isabel Gorgoso, directora de “nueva movilidad” en el grupo energético Cepsa.
“España es Noruega hace diez años”, afirmó.
Otros problemas son la acumulación de normativas (hasta nueve al año) a nivel europeo y la inconsistencia de las políticas nacionales, que puede acentuarse con el auge de movimientos populistas a menudo escépticos respecto al cambio climático.
De Vries, de la ACEA, se preocupa por las elecciones de “alto riesgo” al Parlamento Europeo en junio, que pueden reforzar a formaciones populistas y recelosas de la lucha contra el cambio climático. “Lo que pasará en los próximos meses podría determinar el destino de la industria automóvil europea”, afirmó.
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