Per Leif Rolid es viudo y vive solo en una granja solitaria a dos horas de auto de Oslo, pero con una simple pantalla y sin ningún conocimiento informático se conecta a internet y rompe el aislamiento que provoca la pandemia del nuevo coronavirus.
Este noruego de 87 años nunca ha tenido un ordenador ni un celular o tableta. Pero esto no le impide recibir mensajes, fotos o videollamadas de sus nietos, desde los cuatro rincones del planeta.
En su granja de Redalen, Per Leif Rolid dispone de una austera pantalla, de estilo retro, colocada junto al televisor. Sin teclado, ni nombre de usuario y contraseña que memorizar, tan solo un botón para encender el aparato y ajustar el volumen, como en las radios de antaño.
Se trata del ordenador Komp, creado por la start-up noruega No Isolation, fundada en el 2015, que propone soluciones tecnológicas destinadas a romper el aislamiento de los grupos vulnerables, niños enfermos o personas mayores. El nombre hace referencia a compañero, compasión y computadora.
Del otro lado, los miembros de la familia, curtidos en tecnología, reservan instantes en sus vidas diarias para enviar contenidos al patriarca a través de una aplicación.
"Puedo verlos cuando hablamos. Puedo estar en contacto con ellos, tanto si están en casa o de viaje al extranjero. Tengo la sensación de poder estar con mi familia permanentemente", celebra el octogenario.
La modernidad y la revolución tecnológica han dejado atrás a todo un sector de la población, a menudo mayores y ancianos.
Según un estudio correalizado por la Cruz Roja británica, más de 9 millones de adultos en el Reino Unido sienten soledad, de los cuales 4 millones son ancianos. En Noruega, un 35% de los mayores de 67 años vive solo.
Un sentimiento de aislamiento agravado con la pandemia del nuevo coronavirus, debido a las medidas de confinamiento o las prohibiciones de visitas que, por todas partes, dejan a los mayores sin contacto físico.
Para el psicólogo y fisiólogo Christopher Lien, este aumento del aislamiento es "especialmente desafortunado".
"Una mayoría de las personas ancianas tienen un pequeño círculo social y, si a esto se le añade semanas de aislamiento social, es evidente que para muchas, esta red se hace cada vez más fina", explica.
"En el peor de los casos, pueden sentirse desorientadas con respecto al espacio y el tiempo. Sus referencias desaparecen cuando no pueden juntarse en sus residencias o recibir la visita de familiares y amigos", matiza.
‘Una ventana a la familia’
La crisis sanitaria puede ser un estímulo para los grupos tecnológicos que se esfuerzan por reducir la brecha digital entre generaciones.
Para Lian Jee Su, analista especializado en tecnología en ABI Research, la Covid-19 impulsará este año entre 20% y 35% el mercado mundial de los robots de telepresencia, que podría alcanzar los US$ 400 millones.
“Sabemos que no es algo que se produce durante una pandemia pero esta ha demostrado cruelmente que (el aislamiento) afecta primero y más duramente a los más vulnerables”, explica la dirigente de No Isolation, Karen Dolva.
"De repente, las familias se han dado cuenta de que había que conectar a estas personas con internet”. La pantalla Komp "se convierte en su ventana a la familia en la vida diaria", subraya.
Después de haber agotado 650 el año pasado, la empresa afirma que ha vendido 1,500 pantallas en las últimas dos semanas de marzo. Cerca de otros 2,000 pedidos están en trámite en Reino Unido y los países nórdicos.
En Oslo, Martine Rolid Leonardsen asegura que la usa más a menudo para ayudar a su abuelo, Per Leif, a aguantar la soledad en estos tiempos de crisis sanitaria.
“Procuro enviarle fotos todos los días”, confiesa. “Da igual que no sean actuales, dado que no podemos hacer nada en este momento, pero lo importante es enviar (fotos) de vacaciones de hace años para recordarle cómo era la vida antes del coronavirus”.