¿Cómo, en la era de Internet, sofocan los gobiernos la agitación?
Una opción popular es simplemente apagar la Internet. En el 2018, hubo 195 apagones en 25 países, y este año ya se dirige a romper el récord. Pero los apagones tienen un precio: un país con una conectividad promedio puede perder por lo menos 1.9% de su PBI diario por cada día de apagón. Los gobiernos preocupados por las consecuencias a veces optan por una alternativa: mantener la Internet encendida y llenarla de propaganda. Por lo menos 70 países han llevado a cabo campañas de ese tipo.
¿Cuál es el enfoque más efectivo (o preocupante, según como se vea)? Analicemos dos casos recientes.
El primero es el de la región disputada por India, Cachemira. India tiene mucha experiencia apagando la Internet: con 134 apagones, tiene el récord; muy por encima del segundo lugar, Pakistán, con solo 12. El último apagón de India se puso en marcha después de que la administración del primer ministro, Narendra Modi, revocara el Artículo 370 de la Constitución india, una medida que otorgaba cierto grado de autonomía a Cachemira. Es muy pronto para desglosar el costo económico de este apagón, pero los apagones de Internet del 2012 al 2017 han costado a la economía India más de US$ 3,000 millones, aparte de sus costos humanos.
¿Vale la pena? La evidencia sugiere que no, porque los apagones no funcionan muy bien: cuando su vecino Sri Lanka cerró todas las plataformas de redes sociales tras los bombardeos suicidas del 2019 en el oriente del país, los rumores igualmente se dispararon en las redes sociales. Para saltarse la prohibición del gobierno, los usuarios simplemente se pasaron a las redes privadas virtuales (VPN) y a la red TOR.
Lejos de aplastar la disidencia, en el corto plazo, los apagones de los servicios de Internet generan incluso más protestas fuera de la red y violencia, según sugieren estudios específicos de India. Las investigaciones enfocadas en la efectividad de los últimos apagones en Cachemira sugiere que fueron "principalmente ineficaces".
La alternativa —llenar la Internet de contenido creado por el estado— también está ganando popularidad. Treinta y dos de los 65 países cubiertos por el informe Freedom on the Net 2018, de Freedom House, reportaron intervenciones a favor del gobierno en las redes sociales, desde inyectar contenido fabricado y “burlas patrióticas” hasta acosar disidentes.
El mejor estudio de caso es Hong Kong. Cuando estallaron las protestas por el proyecto de ley que habría permitido a la ciudad-estado extraditar a acusados a China continental, los medios estatales chinos publicaron mensajes de condena a los manifestantes en las redes sociales. Google desactivó 210 canales de YouTube que, sospechaba, eran manejados por el gobierno chino. Twitter señaló 900 cuentas que parecían igualmente problemáticas y una red de apoyo para el spam de 200,000 cuentas. Facebook aseguró haber descubierto grupos chinos con un “comportamiento falso coordinado” enfocado en Hong Kong.
¿Son tácticas efectivas? Por ahora, no; pero eso puede cambiar.
Aunque Facebook está prohibido en China, los medios estatales chinos tienen algunas de las mayores corrientes de seguidores de Facebook. A las tasas actuales, para el 2022, tanto China Daily como CGTN superarán la página del jugador de fútbol Cristiano Ronaldo, la celebridad más seguida en Facebook. No obstante, pese a su presencia dominante, los medios estatales chinos tienen medidas de relacionamiento mucho menores que los medios internacionales independientes. Cuando El Economista comparó las notas más populares publicadas en Facebook entre enero y abril, encontró que la nota de los medios chinos más popular tenía 3,692 likes, mientras que la de un medio internacional tenía 90,910. Parece que la narrativa del gobierno no es muy convincente.
Sin embargo, las maquinarias estatales se están sofisticando. Algunas están adoptando los estilos satíricos de comediantes como John Oliver y Trevor Noah, mientras que otras han recurrido a videos musicales de rap. Otras, en cambio, han usado estereotipos sexistas, equiparando a Hong Kong con una niña caprichosa. La manipulación de la tecnología también se está sofisticando, con deepfakes y otras innovaciones.
Si se realiza correctamente, la propaganda puede ser una fuerza poderosa. Las noticias falsas viajan más lejos, más rápida, más profunda y más ampliamente que la verdad en cualquier categoría de información, según muestran estudios recientes. Esperen que los gobiernos lo noten, y que mantengan abiertas las líneas a la vez que intentan controlar la narrativa.