Los efectos de la pandemia son “una lección que debemos aprender” en Latinoamérica, una “oportunidad” para invertir en “mejorar y fortalecer” los sistemas de salud y de protección social, que “demostraron su debilidad”, según la secretaria general de la Organización Iberoamericana de Seguridad Social (OISS), Gina Magnolia Riaño.
“En muchos de nuestros países, si no estás afiliado a la seguridad social, no tienes prestaciones de salud y en la OISS aspiramos al estado de bienestar que se defiende en Europa”, señaló.
Dentro de las áreas de la OISS, Riaño destaca la lucha por “promover la igualdad entre hombres y mujeres” dentro de los sistemas de seguridad social, porque las mujeres “han sido muy perjudicadas tras la pandemia” y solo en América Latina cuatro millones de ellas todavía no han recuperado sus empleos.
A pesar de la situación que la pandemia dejó en Latinoamérica, con un 33% de las muertes totales del mundo y 22 millones de personas en situación de pobreza, lo que queda ahora es “un desafío”.
Accesos a los servicios de salud, a prestaciones asistenciales y económicas que sean suficientes para garantizar una vida digna y garantizar la “cobertura universal” seguirán siendo “los grandes desafíos” de Riaño y la OISS para que nadie “se quede atrás”.
“Las sociedades son tan fuertes como el más débil de sus miembros”, argumenta.
Trabajadores migrantes
La OISS, próxima a celebrar su 70 aniversario, está compuesta por los 22 gobiernos de la comunidad iberoamericana y por 150 instituciones que gestionan la seguridad social y la protección social.
Su mayor aporte, en palabras de Riaño, es la creación del Convenio Multilateral Iberoamericano de la Seguridad Social, que “no existe en ninguna otra región del mundo” y ya está en vigor en doce países.
“Estamos en una región intensa en migraciones, en el conjunto de Iberoamérica tenemos al menos 40 millones de migrantes, que van de un país a otro. La migración laboral ha ido aumentando, la gente va a buscar mejores oportunidades en otros países y la labor de este convenio es dar cobertura y garantizar la protección social a esos trabajadores”, explica.
Riaño añade que la migración “es un intercambio grande para los dos lados del Atlántico”, pero que no debería verse como un océano, “sino como un puente entre América Latina, España y Portugal”.
Solo cuatro de cada diez trabajadores están afiliados a la Seguridad Social en Latinoamérica, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), pero varía por países, con mayores coberturas en Chile, Uruguay, Argentina o Costa Rica.
Desde la OISS impulsan la coordinación para que si un trabajador afiliado a la Seguridad Social española, por ejemplo, se marcha a trabajar a un país latinoamericano o viceversa, pueda “llevar sus derechos con él y garantizarse una prestación” que, en ocasiones, puede “salvarse la vida”.
Cita el caso de una empleada paraguaya de la limpieza que viajó a España y sufre unas alergias a causa de una sustancia química que le impiden volver a trabajar.
“Cuando fue a solicitar una pensión por invalidez o una incapacidad temporal a la Seguridad Social española, se lo negaron porque no tenía el tiempo de contribución suficiente. Gracias a que le reconocieran su periodo de cotizaciones en Paraguay -explica-, se le sumaron y le pudieron otorgar esa pensión de invalidez”.
Vocación de servicio
Cuando habla de su trabajo, la palabra “vocación” es la que más repite y, echando la vista atrás, su “principal ambición” sigue siendo “plasmar la sensibilidad de América Latina” en la organización.
“La vida es grata cuando te dan la oportunidad de servir a los demás y yo heredé de mi padre una vocación de servicio muy grande”, enfatiza.
Su pasión por lo social ya estuvo ligada a responsabilidades políticas de Colombia, su país, como ministra de Trabajo y Seguridad Social (1999-2000) y, anteriormente, directora de la Caja Nacional de Previsión Social.