Todo está pensado para que sean lo más compactos y ligeros posible, según Guillaume Masson, el director del taller. (Crédito: Pixabay | Referencial)
Todo está pensado para que sean lo más compactos y ligeros posible, según Guillaume Masson, el director del taller. (Crédito: Pixabay | Referencial)

Sus lentes han estado en la , se utilizan en el cine o sirven para divisar un tanque a kilómetros de distancia. En el centro de , una fábrica instalada en medio del campo pretende ser un centro mundial de excelencia en óptica de precisión.

Es en Saint-Héand, un pueblo a 800 metros de altitud cerca de Lyon, donde el grupo de defensa y tecnología Thales instaló en 1993 un centro especializado en la “optrónica para soldados”, es decir las tecnologías que combinan la óptica y la electrónica aplicadas a los militares.

De sus laboratorios de un blanco inmaculado, donde los técnicos utilizan guantes y cofias para ensamblarlos, han salido más de 110,000 prismáticos de visión nocturna y 16,000 cámaras térmicas Sophie vendidos en 55 países.

Sophie es “básicamente un sistema de observación térmica por infrarrojos al que hemos añadido funciones de puntería láser, zoom y telemetría”, así como de localización, explica Raphaël Gouverneur, responsable de la línea de producción.

Todas estas funciones las realizaban antes distintos dispositivos, que ahora se combinan en un objeto de 2.5 kilos, lo que contribuye a aligerar la carga de los soldados.

La última generación, cuya producción acaba de arrancar, “puede reconocer un tanque a seis kilómetros, es decir, el doble que la generación anterior”, fuera del alcance de los misiles antitanque más modernos, explica Pascal Sécretin, director de la línea Imágenes y sensores de Thales.

La calibración del aparato es delicada, por lo que “los operarios se ven obligados a ir a un campo en las alturas del pueblo para evitar la contaminación electromagnética”, explica Gérard Frison, director industrial.

De lo contrario, las ondas electromagnéticas generadas por un simple elevador podrían distorsionar el telémetro.

Lentes de cine

En el taller de prismáticos de visión nocturna, las piezas se ensamblan en mesas de trabajo equipadas con potentes lámparas y ventiladores para aspirar el pegamento y los vapores químicos.

Todo está pensado para que sean lo más compactos y ligeros posible, según Guillaume Masson, el director del taller.

Se fabrican unos diez modelos diferentes, para soldados de infantería, fuerzas especiales, pilotos de helicópteros o cazas.

“La intensificación de la luz permite ver en una noche sin Luna gracias a la luz de las estrellas”, explica.

Para ello, existen cámaras térmicas y visores para los que se requieren hasta 200 tratamientos de superficie diferentes para los más complejos.

Según Thales, el mercado de la optrónica para soldados está valorado en mil millones de dólares, excluyendo a Estados Unidos, China y Rusia. En la planta de Saint-Héand, representa el 80% de la actividad, el resto se dedica a las lentes de cine Angénieux.

Creadas por Pierre Angénieux, oriundo de Saint-Héand, a partir de 1935, estas joyas tecnológicas pueden tener hasta 25 lentes y costar 100,000 euros.

Sydney Lumet, Robert Altman, Pier Paolo Pasolini, Jean-Luc Godard... La lista de cineastas que han adoptado las lentes Angénieux para sus cámaras es larga.

“La Nouvelle Vague existe en parte gracias a los zooms de Angénieux”, afirma Jean-Yves Le Poulain, antiguo director de fotografía convertido en asesor técnico de Thales.

La empresa ha ganado tres Óscar técnicos desde 1964.

La calidad de la imagen obtenida también le ha valido a Angénieux ser seleccionado por la Nasa, y sus lentes han sido utilizados en varias misiones espaciales, como Apolo 11, que envió al mundo las imágenes de la primera misión a la Luna en 1969.