La población de buitres de lomo blanco, de pico fino y de cabeza roja, esenciales para mantener la salud de los ecosistemas en India al alimentarse de carroña, ha disminuido más de un 95% en los últimos veinte años, arrastrando con ellos las vidas de miles de personas ante una continua degradación del ecosistema del país.
“Más del 95% de las tres especies predominantes en la India disminuyeron. Son especies que se extienden hasta el sudeste asiático y que se encuentran en peligro crítico de extinción, en especial los buitres de cabeza roja”, dijo un biólogo de fauna salvaje, que prefiere mantener el anonimato para proteger un estudio que actualmente lleva a cabo sobre estos carroñeros.
Estos animales, con sus cabezas rasuradas y plumas negras, vistos por los expertos como ‘equipos de limpieza de la naturaleza’, son los mejores aliados de los agricultores, sobre todo a la hora de deshacerse de los cadáveres de ganado.
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Una bandada de buitres puede devorar un cadáver en cuestión de minutos, eliminando bacterias dañinas y patógenas que usualmente se acumulan en los restos podridos del ganado, lo que evita la propagación de enfermedades letales.
La alta acidez predominante en el estómago de los buitres, hasta cien veces más acidulado que el de los humanos, permite que estos consuman carroña de forma segura sin que las bacterias existentes sobrevivan en su sistema digestivo, lo que les hace excepcionalmente eficaces, según un estudio realizado por la Universidad de Chicago en febrero de 2023.
Incluso sus excrementos pueden funcionar como buenos desinfectantes.
Según el estudio, los buitres llegaron a estar por todas partes en la India, con una población que pudo haber superado fácilmente los cincuenta millones.
“A medida que se extinguieron, los ‘servicios de recolección de basura’ que prestaban también desaparecieron y la carroña quedó a la intemperie durante largos periodos de tiempo, lo que generó un gran impacto sanitario negativo”, apunta el informe.
La causa de las muertes
A mediados del año 2004, varias especies empezaron a registrar fallos en los riñones, y pocas semanas después, empezaron a morirse. Un analgésico común - inofensivo para los seres humanos y recomendado para tratar enfermedades en ganado-, el diclofenac, era lo que estaba extinguiendo a los buitres.
“En la India, el ganado, como las vacas, es extremadamente importante. Es venerado, es adorado. Por lo general, cuando estos animales mueren se dejan en áreas abiertas para que los buitres se alimenten de ellos. Pero ahora que el número de buitres ha disminuido drásticamente, no hay ningún animal que busque o retire los cadáveres del ecosistema”, dijo el experto.
Los cadáveres empezaron a retener trazas del analgésico, y a transmitirlas a los buitres cuando estos se alimentaban, explicó.
Tras un irrefrenable aumento de la mortalidad de los buitres, el gobierno indio se vio obligado a prohibir el uso veterinario del diclofenac.
En 2006, la droga fue prohibida en el sur de Asia para uso animal. Ante esta situación, algunos expertos se plantean la cuestión de qué animales sustituirán a los buitres.
El experto del Instituto de Vida Salvaje de la India afirmó que los sustitutos de estos animales, en los últimos años, han sido los perros callejeros, que vieron su población doblar, aunque cree que estas aves no tienen un buen reemplazo funcional en el ecosistema, ya que ninguna otra especie puede asegurar las mismas condiciones de saneamiento.
Los perros callejeros, menos eficientes
Actualmente, 52.5 millones de perros ocupan las calles de la India, la mayor población del mundo, según el índice Pet Homelessness Index (PHI), de la multinacional Mars Pet Care.
“Hoy en día hay una población gigantesca de perros callejeros. Ellos se han encargado de comer los restos, lo que era responsabilidad de los buitres, y su sistema no es tan protector, por lo que hay un mayor nivel de transmisión de enfermedades, como la rabia”, dijo el especialista.
Según revela el estudio realizado por profesores de la universidad estadounidense, entre 2000 y 2005, los años más críticos en lo que respecta a las pérdidas animales, se han producido alrededor de 100,000 muertes humanas adicionales al año debido a un gran impacto negativo en el saneamiento.
Los perros y las ratas, que actúan como vectores de enfermedades infecciosas y son carroñeros mucho menos eficientes, hacen de los vertederos de cadáveres “un caldo de cultivo para enfermedades”, resalta.
Además, el agua se vuelve altamente perjudicial, ya que, ante la necesidad de deshacerse de los cadáveres, los agricultores ven en los ríos los mejores vertederos.
Todos estos factores reflejan la falta que “los carroñeros hacen en nuestra sociedad”, hizo hincapié el experto.
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