Desde hace meses, los economistas advierten sobre los riesgos de una escalada en la guerra comercial para la economía mundial, que ya muestra signos de debilitamiento. Las amenazas y represalias de los últimos días entre Estados Unidos y China han reforzado estos temores.
El presidente estadounidense amenazó con imponer aranceles aduaneros adicionales a las importaciones chinas, a lo que Pekín respondió dejando caer su moneda frente al dólar, por lo que Washington denunció inmediatamente lo que considera una manipulación del yuan, desatando temores por una guerra de divisas.
Este recrudecimiento de las tensiones ha provocado una tormenta en los mercados y tiene lugar en un momento en el cual la economía global muestra signos de debilitamiento, con un crecimiento chino que registró en el segundo trimestre del 2019 su desempeño más bajo desde hace 27 años, en tanto el de la zona euro ha sufrido un frenazo, sobre todo a causa de Alemania, sin olvidar la incertidumbre relacionada con el Brexit.
Esta escalada en las tensiones tomó a los mercados “por sorpresa tras la tregua acordada entre Donald Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, durante la cumbre del G20 en Osaka (Japón) a finales de junio, y la decisión de ambas partes de reanudar las negociaciones”, consideró el banco suizo Lombard Odier.
Sin embargo, “ni los anuncios de aranceles adicionales por parte de Trump de la semana pasada, ni la devaluación del yuan son objetivamente un gran problema”, según el premio Nobel de Economía Paul Krugman, en una crónica publicada en el New York Times.
"¿Por qué estas pequeñas cifras tienen semejantes consecuencias?". Principalmente porque lo que hemos aprendido, respecto a los principales protagonistas de este conflicto, son cosas que hacen más probable una guerra comercial más larga e importante de lo previsto sólo días atrás", afirmó.
"Se trata de una nueva escalada en una relación bilateral que se deteriora y puede empeorar todavía más", teme la consultora Capital Economics, sin descartar además que los peores escenarios pudieran concretarse.
“¿Todos al refugio? Aún no...”
Las instituciones internacionales, como el FMI y la OCDE, temen desde hace varios meses una escalada que desemboque en una guerra comercial abierta, lo que conllevaría un frágil crecimiento global.
A fines de julio, el FMI revisó a la baja sus previsiones de crecimiento global para el 2019, a 3.2%.
"Es absolutamente necesario reducir las tensiones comerciales y tecnológicas, cuya escalada podría interrumpir de manera significativa las cadenas de aprovisionamiento", advirtió Gita Gopinath, economista jefa del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Dos semanas más tarde, ocurrió exactamente lo contrario.
"Las medidas de Trump acentúan el riesgo de degradación o ruptura, pero todavía no hemos entrado en la etapa de 'todos al refugio'", matizó Philippe Waechter, director de investigación en Ostrum Asset Management. "La economía global se ralentiza, pero aún no hemos alcanzado el punto de ruptura", agregó.
"Estamos en un ambiente muy peligroso para el comercio mundial", afirmó Rajiv Biswas, analista de IHS Markit, quien teme las consecuencias de una guerra de divisas: "si el intercambio comercial cae, los impuestos y Las devaluaciones debilitarán al consumo, y a fines de cuenta Estados Unidos podría verse afectado.
"Nuestra percepción es que las medidas aduaneras que ha tomado Trump penalizan al consumidor estadounidense, que ve los precios de las importaciones aumentar", advirtió Waechter. "La economía estadounidense se encuentra probablemente en una fase más frágil de lo que imaginamos", añadió.
La economía de Estados Unidos, que atraviesa un periodo de crecimiento de una duración excepcional, de a poco muestra signos de ralentización, con menos creación de empleo y sus exportaciones a la baja.
La Reserva Federal (Fed), por otra parte, por primera vez en once años bajó sus tasas de interés el miércoles pasado, como un "seguro" frente a la incertidumbre respecto a las tensiones comerciales, el mediocre crecimiento mundial y la baja inflación.
Si la guerra comercial se agravase, los bancos centrales podrían encontrarse desarmados. “No cuentan con mucho margen de maniobra y los gobiernos no tienen muchas ganas de utilizar el arma presupuestaria”, advirtió Waechter.