Los sabores de México, Perú, Colombia y Chile aspiran estos días a convertirse en los mejores embajadores en China de una región, Latinoamérica, que a la población del gigante asiático aún le cuesta situar en el mapa a pesar de la velocidad a la que se han acrecentado sus lazos en los últimos años.
Un festival gastronómico propiciado en Pekín por la Alianza del Pacífico -que integra a estos cuatro países- acercará durante tres meses los platos más emblemáticos de sus cocinas y promocionará también productos que, como la palta (aguacate), comienzan a tener una alta demanda en el país asiático.
Tacos mexicanos, quinua peruana, café de Colombia, pastel de choclo (maíz) y vino chileno serán solo algunos de los exponentes de la riqueza agraria y gustativa de América Latina, que aspira a posicionar con fuerza su producción en el principal mercado del mundo.
Reivindicar la papa y el maíz
“Estos años el intercambio entre China y Latinoamérica está siendo cada vez más rápido, cada vez hay más gente en China que se interesa por conocer América Latina”, explica Rodrigo Wen, gerente del espacio “Encuentro” que acogerá el festival aprovechando fechas propicias como la Navidad y el Año Nuevo chino.
Será un menú de hasta 15 “platillos” en el que el encanto no estará solo en los sabores, “sino en descubrir que en esos países está el origen de alimentos que ya se consumen de forma muy cotidiana en China como la papa -de origen andino- o el maíz -emblema de México-”, señala Wen.
“Vienen a comer, pero también a aprender algo, es una inmersión cultural”, agrega el empresario.
Y es que su experiencia le ha permitido comprobar “que los chinos no conocen mucho sobre la comida latina porque tienen mucha confusión, piensan que América Latina es como un país, no un continente, por tanto, no conocen lo diversa que es, tienen impresiones no muy correctas”.
El “chifa”, la ventaja peruana
Si hay un país que parte con ventaja en esta ocasión es Perú gracias al acervo de la cuantiosa migración histórica de chinos a ese país cuya gastronomía, que como la mexicana está declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, integra el llamado chifa, la fusión entre las cocinas peruana y china.
“En el Perú tenemos la ventaja de que gran parte de nuestros platos tienen inspiración china, los visitantes chinos gustan mucho de la cocina peruana”, afirma el embajador de este país en Pekín, Luis Quesada.
Iniciativas como esta no son solo una forma de dar a conocer la región, sino que van en paralelo “con la proyección de nuestros productos agrícolas”, comenta el diplomático, quien destaca que Perú se ha convertido en un importante proveedor de paltas, arándanos, mandarinas y uvas para el mercado chino.
Quesada precisa que, aunque “falta mucho por hacer para que los chinos conozcan mejor” la cocina latina, también es necesario “un esfuerzo del sector privado”.
“Las embajadas y agencias de inversión estamos presentes sobre todo en las plataformas digitales chinas para que se conozcan los productos y nuestra cocina, pero nos gustaría ver más inversión de los países de la Alianza del Pacífico y de la región en restaurantes, por ejemplo, sobre todo teniendo en cuenta que China tiene tantas ciudades sofisticadas, no solo Pekín y Shanghái”, añade.
Al corazón por el estómago
También el embajador de Colombia en China, Luis Monsalve, cree que es a través del paladar como mejor se puede congeniar con el consumidor chino.
“Queremos promover muchos intercambios, hemos hecho actividades académicas, de promoción de inversión, pero estos temas culturales, sociales, gastronómicos hacen que la gente se acerque un poco más”, sostiene, y recuerda que “hay productos que los chinos han empezado a conocer cada vez más, como el aguacate, que es un producto muy típico de los cuatro países”.
Pero también otros mundialmente conocidos como la papa (patata), el maíz o el café colombiano “que poco a poco han ido llegando cada vez más”.
“El público chino está aprendiendo a conocerlos, a degustarlos, y a través de esto conocen más de nuestros países”, concluye el diplomático colombiano.
El festival, que se prolongará hasta marzo, será asimismo, según Rodrigo Wen, una buena forma de evasión en un país cuyas fronteras permanecen cerradas a cal y canto por la pandemia del coronavirus: “como estos dos años no hemos podido viajar por el COVID-19, entrar aquí será como un viaje a América Latina con el paladar”.