El presidente estadounidense, Joe Biden, pidió este jueves a su país que se una para hacer frente al supremacismo blanco y, en un mensaje dirigido a ciertos sectores del Partido Republicano, avisó que quienes guardan silencio ante ese tipo de violencia se convierten en “cómplices”.
“El mal no ganará. No ganará y los supremacistas blancos no tendrán la última palabra”, prometió el mandatario, rodeado de activistas, líderes religiosos y víctimas de las armas.
Biden dio un emocionante discurso en una cumbre organizada por la Casa Blanca para buscar soluciones a la violencia que desgarra al país y que sirvió para identificar el supremacismo blanco como una de las mayores amenazas para la democracia, cuando quedan apenas dos meses para las elecciones legislativas.
“Tenemos que decirlo, de manera clara y con fuerza. No hay sitio en Estados Unidos para el supremacismo blanco ni para cualquier forma de odio alimentada por la violencia. No llamarlo por su nombre es ser cómplice”, afirmó Biden, visiblemente enfadado pero con tono solemne.
Decidir entre la esperanza y el odio
El presidente consideró que Estados Unidos está en un “punto de inflexión” en el que los estadounidenses tendrán que decidir “la forma” de la nación que quieren para el futuro.
“Debemos elegir ser una nación de la esperanza, de la unidad y el optimismo, no una nación de miedo, divisiones y odio”, subrayó.
Biden recordó que una de las razones por la que decidió optar a la Presidencia fue el horror que le provocó la marcha de supremacistas blancos que tuvo lugar en 2017 en Charlottesville (Virginia), en la que los neonazis portaban antorchas y entonaban himnos racistas.
“Lo vi y pensé: Dios mío, esto es Estados Unidos. ¿Cómo ha podido pasar esto ahora?”, rememoró.
Biden aprovechó para criticar la respuesta a ese suceso de Trump, quien responsabilizó de la violencia tanto a los grupos neonazis como a los manifestantes de izquierda que se manifestaban en su contra y, además, llegó a considerar que había gente “muy buena” entre los supremacistas.
Un “Club” al que nadie quiere pertenecer
Durante la marcha en Charlottesville, uno de los supremacistas blancos embistió con su vehículo a la multitud que se manifestaba contra el racismo y acabó con la vida de Heather Heyer, una mujer blanca de 32 años y que se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el extremismo.
Su madre, Susan Bro, fue la encargada de presentar a Biden antes de que diera su discurso y ambos compartieron sobre el escenario varios gestos de complicidad y afecto.
Bro explicó que el día en que murió su hija, el 12 de agosto de 2017, se convirtió en parte de un “club” que no distingue entre razas, géneros o edades y que está unido por el dolor de haber perdido a un ser querido por la violencia que genera el odio.
“Es un club al que nadie quiere pertenecer”, afirmó con cierta resignación.
El neonazi que mató a su hija, James Alex Fields Jr., fue condenado a cadena perpetua por asesinato y por las heridas que provocó a otros manifestantes.
“El asesinato (de Heather) resonó en todo el mundo, pero el odio no empezó ni termina allí”, argumentó Bro.
“La verdad -añadió- es que la pérdida que sufrió mi familia es parte de una historia más amplia. En todo el país, los crímenes de odio están en ascenso. Y mientras la muerte de mi hija ganó mucha atención nacional e internacional, lo cierto es que demasiado a menudo estos crímenes de odio son cometidos contra gente de color y con poca atención pública”.
La reunión que se celebró en la Casa Blanca y el respaldo de Biden a esas iniciativas, explicó Bro, buscan precisamente cambiar esa situación y hacer que EE.UU. haga todo lo posible para confrontar el odio.
El encuentro, de hecho, sirvió para honrar a todas las comunidades que han sufrido crímenes de odio en los últimos años, como el tiroteo de 2016 contra una discoteca gay en Orlando (Florida), el ataque en 2019 contra un centro comercial de El Paso (Texas) al que acudían muchos latinos a comprar y el tiroteo racista contra un supermercado de Buffalo, donde murieron diez afroamericanos.
Biden ya ha entrado de lleno en la campaña electoral con varios discursos como el de este jueves, en los que ha intentado retratar los comicios de noviembre como una “batalla por el alma de la nación”.