Ante la posibilidad de elegir entre una convención de extrema derecha para atacar a sus enemigos y una cumbre presidencial para discutir la política comercial regional, el presidente argentino Javier Milei prefirió un estadio lleno de partidarios vitoreando.
El líder libertario estaba en Brasil el domingo, preparándose para encabezar la versión nacional de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés), junto con el expresidente brasileño Jair Bolsonaro en la ciudad de Balneario Camboriu, en el sur de Brasil.
Al saltarse la cumbre del bloque comercial Mercosur en Paraguay y acercarse sigilosamente a Bolsonaro pocos días después de que la policía federal acusó al populista de derecha de un plan para malversar diamantes saudíes, Milei arremetió nuevamente contra el presidente izquierdista de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, intensificando una peligrosa disputa con el mayor socio comercial de su país.
LEA TAMBIÉN: Milei y Bolsonaro lideran cumbre de la ultraderecha latinoamericana en Brasil
Fue el ejemplo más reciente de la provocativa política exterior de Milei, que busca atraer la atención mundial a través de amistades con aliados de extrema derecha en lugar de seguir convenciones diplomáticas.
Bolsonaro publicó el domingo un video en el que saludaba a Milei con un fuerte abrazo y una palmada en la espalda antes de reunirse con él y su hermana y asesora, Karina Milei, entre otros asistentes. Los dos hombres se pararon junto a sus respectivas banderas nacionales para una sesión fotográfica que habría parecido presidencial si Bolsonaro no hubiera sido un expresidente caído en desgracia bajo investigación policial por su presunto intento de subvertir el resultado de las elecciones de Brasil de 2022.
La noche anterior, Bolsonaro inauguró el CPAC brasileño con un encendido discurso en el que declaró su deseo de que el expresidente estadounidense Donald Trump regrese a la Casa Blanca el próximo año. Él y Milei fueron vistos juntos más tarde esa noche, viendo a Uruguay eliminar a Brasil de la Copa América en una sala llena de asistentes y copas de vino vacías.
LEA TAMBIÉN: The Economist: “Perú aplica el tipo de competencia de monedas que podría funcionar en Argentina”
Desde que el irascible Milei llegó al poder en diciembre con la promesa de solucionar la peor crisis económica de Argentina en dos décadas, las relaciones entre Brasil y Argentina se han deteriorado rápidamente. Milei ha tildado a Lula de “comunista” y se ha negado a tratar con él. Lula le ha dado la espalda a Milei y exigió una disculpa por lo que considera sus “tonterías”.
Los enemigos ideológicos se cruzaron por primera vez en la cumbre del Grupo de los Siete el mes pasado en Italia, donde sus esfuerzos por evitarse mutuamente tanto como fuera físicamente posible acapararon los titulares locales.
Los expertos dicen que mezclarse al margen de la reunión del bloque comercial sudamericano el lunes habría ofrecido a Milei una oportunidad de bajo riesgo para aliviar las tensiones con Brasil, que compra casi una sexta parte de las exportaciones de Argentina, abastece a la mayor parte de la industria automotriz argentina y respalda las intenciones de su vecino de obtener la ayuda que tanto necesita del Fondo Monetario Internacional.
En cambio, Milei ha redoblado su apuesta en política exterior que los expertos han criticado como equivocada. Debido a la investigación que pesa sobre Bolsonaro, los expertos lo ven como un lastre político.
“Parece que se está pegando un tiro en el pie”, dijo sobre Milei Michael Shifter, académico de América Latina en el Diálogo Interamericano en Washington. “Es impactante y contraproducente para él burlarse de Lula de esta manera porque podría haber un gran costo para Argentina, que podría afectar su capacidad para llevar a cabo sus políticas”.
La estrategia ideológica del presidente desató una tormenta política a principios de este año en España, el segundo mayor inversor extranjero en Argentina, cuando Milei evitó reuniones con el gobierno socialista del presidente del gobierno Pedro Sánchez y en su lugar pronunció un discurso atacando el socialismo ante un mitin de extrema derecha organizado por el partido español Vox.
El desaire se convirtió en una crisis diplomática entre los aliados históricos cuando Milei llamó corrupta a la esposa de Sánchez y España retiró a su embajador de Buenos Aires.
A pesar de cinco viajes a Estados Unidos desde que asumió el cargo, Milei aún no ha entrado a la Casa Blanca: abrazó a Trump en la CPAC en Washington, profesó su amor por los mercados libres en Texas con el multimillonario Elon Musk, dueño de Tesla y la red social X, y se reunió con jefes de empresas tecnológicas en Silicon Valley.
“A mí me parece que se quiere imponer como un rockstar de la política internacional, quizá causaba cierta admiración e impresión en algunos sectores de Argentina”, opinó Fabio Rodríguez, director de la consultora M&R Asociados, con sede en Buenos Aires. “Me parece que eso está cambiando, como eso ya lo captan algunos estudios de opinión, y muchos sectores están viendo como un demérito, un pasivo que el presidente recorre tanto el mundo y la gente se siente abandonada en el sentido de que hay cosas cotidianas que no mejoran”.
Esta vez con Brasil —la mayor economía de América Latina con una población de unos 200 millones de habitantes— los expertos dicen que lo que está en juego es aún mayor. Las presiones están aumentando en Argentina, donde la moneda local tocó la semana pasada un mínimo histórico de 1.430 pesos argentinos por dólar en el mercado negro, donde los argentinos venden su dinero depreciado.
“Creo que en esa relación, en esa pelea, Argentina tendría mucho más para perder que el propio Brasil”, de acuerdo con Cristian Buttié, director de la encuestadora CB Consultora.