Las redes sociales, blanco de críticas desde múltiples frentes, se encuentran ante una nueva disyuntiva: ceder a los reclamos del presidente Donald Trump, que amenaza con cerrarlas, o gestionar la desinformación política durante la campaña electoral en Estados Unidos.
Hasta ahora, las plataformas habían evitado enfrentarse directamente al voluble mandatario en la moderación de contenidos falsos o peligrosos, pero Twitter tiró la primera piedra.
El martes, dos tuits de Donald Trump, en los que opina sobre el sistema de votación por correo y dice entre otras cosas que darán resultados electorales "fraudulentos", aparecieron acompañados por primera vez de un ícono con un signo de exclamación y un enlace etiquetado "Consigue los hechos sobre la votacion epistolar" ("Get the facts about mail-in ballots").
La respuesta del inquilino de la Casa Blanca no se hizo esperar. Trump, quien mantiene una prolífica actividad en esa red, donde lo siguen unos 80 millones de usuarios, acusó a la empresa de "interferir en la elección presidencial del 2020", y amenazó con "regular fuertemente" e incluso "cerrar" estos foros virtuales.
Su reacción subraya el dilema al que se enfrentan las compañías que están detrás de estas plataformas, dijo Steven Livingston, director del Instituto de Datos, Democracia y Política de la Universidad George Washington.
Los ataques de Trump y sus seguidores "ponen demasiada presión" a Twitter, dijo el experto. "Están pálidos solo de pensar en dar un próximo paso" para limitar la desinformación, agregó.
Incluso cuando Twitter intenta fomentar una “conversación saludable” al filtrar contenidos falsos o dañinos, para Livingston el modelo económico en el que se apoyan las redes sociales parece sugerir lo contrario.
"Las plataformas saben muy bien que acentúan el extremismo", dijo. "El extremismo llama la atención y les permite vender más avisos, y ese es el objetivo del juego".
Trazar un límite
Twitter mantuvo publicados sin signos de advertencia otros tuits de Trump, también publicados el martes, en los que el presidente alude a una teoría conspirativa sin fundamento para desacreditar a una personalidad de los medios de comunicación que lanzó críticas hacia él en el pasado.
"Fue la decisión correcta", dijo Daniel Kreiss, profesor de la Universidad de Carolina del Norte.
El investigador, especializado en tecnologías de la información y la vida pública, aseguró que a la plataforma le interesa aplicar sus reglas sobre desinformación pero sin arriesgarse a mojar sus pies en las oscuras y turbulentas aguas de la política.
"Twitter está trazando una línea para proteger la integridad de las elecciones", opinó Kreiss.
Al determinar que no se puede utilizar la plataforma de manera antojadiza, Twitter ha "establecido valores claros y una política transparente", dijo el experto.
Esta aproximación mesurada de Twitter le permitirá a la compañía atravesar la campaña electoral para las elecciones presidenciales de noviembre sin quedar atrapada en el debate político.
Sin embargo, estimó el académico, "recibirán críticas por cualquier dirección que tomen".
Este enfrentamiento les ha dado al presidente y sus aliados una nueva oportunidad para quejarse de un supuesto sesgo de los gigantes tecnológicos en contra de los conservadores, a pesar del extensivo y magistral uso que esos sectores hacen de esas plataformas.
Si no es falso, ¿es cierto?
La diseminación de desinformación es un asunto clave para Facebook y las otras redes sociales desde que se denunció que las campañas tanto de la elección estadounidense del 2016 como del referéndum por el Brexit estuvieron intervenidas por los servicios de inteligencia rusos.
Estas empresas adoptaron una retórica de combate frontal contra la divulgación de información falsa, pero han recibido críticas y acusaciones de doble discurso.
Facebook, en particular, tomó la decisión de no someter a verificación por terceros los dichos de personalidades de la política en su plataforma.
Pero los comentarios de Trump sobre la votación epistolar, según Kreiss, probablemente haya hecho sonar una alarma en la compañía de Mark Zuckerberg, porque en teoría esa red social no permite la publicación de información errónea sobre actos electorales, como fechas falsas o la forma de votar.
"Es un primer paso ultranecesario", dijo Michelle Amazeen, profesora de comunicación política de la Universidad de Boston, sobre la medida de Twitter de alertar sobre la veracidad de los tuits de Trump.
Sin embargo, no cree que vaya a incidir en una mejora de la calidad del debate público en Estados Unidos.
"Los usuarios de Twitter, ¿van a creer ahora que si no están etiquetados, los tuits de Trump son correctos? La investigación sugiere que sí lo creerán".
En términos de manejo de la información, tanto Twitter como la mayoría de las principales redes sociales se encuentra lejos de los estándares que aplican los principales medios de prensa.
“Twitter no es una fuente confiable de noticias legítimas”, opinó la experta. “Los estudios muestran que las personas que se basan en las redes sociales para obtener noticias son más susceptibles de estar mal informadas que quienes confían en fuentes tradicionales”.