Tres meses después de robarse las elecciones presidenciales, el régimen venezolano intenta dar la impresión de que ese asunto ya está resuelto. El 4 de noviembre, en televisión nacional, el presidente Nicolás Maduro se mostró jovial y bromeó que había un último detalle que quería aclarar antes de volver a tomar protesta el 10 de enero: el código de vestimenta. Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, que respalda todas las decisiones del mandatario, le siguió la broma y respondió: “Use corbata, si es posible”.
Esta actitud afable y despreocupada es engañosa. Maduro, que asegura haber ganado las elecciones del 28 de julio a pesar de que la oposición presentó pruebas claras de su derrota aplastante, aún no escapa de las consecuencias del fraude que cometió. Un indicio de ello se hizo patente en la cumbre de los BRICS celebrada en la ciudad rusa de Kazán del 22 al 24 de octubre. En su primer viaje al extranjero desde las elecciones, Maduro estuvo presente, pero sin ninguna participación activa.
El objetivo de la visita era hacerlo ver como un líder legítimo en el escenario mundial, con amigos poderosos en el sur global. Tanto el presidente de Rusia Vladimir Putin como el dirigente chino Xi Jinping hicieron su parte al estrechar la mano del dictador ante la mirada pública. Pero el gobierno brasileño de izquierda vetó el ingreso de Venezuela al bloque, en protesta por el fraude electoral.
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Ese rechazo fue humillante para Maduro, ya que otros 13 países, incluso su aliada Cuba que está en bancarrota, sí fueron aceptados en el grupo. Se sabe que Maduro reprendió en privado al canciller Yván Gil por no haberle advertido del riesgo de rechazo. En público, la respuesta del régimen ha sido lanzarle insultos al gobierno brasileño.
El Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores de Venezuela acusó a Brasil, que ha liderado las negociaciones para resolver la crisis venezolana, de una “agresión inexplicable e inmoral”. Describió a Celso Amorim, el enviado mesurado del presidente izquierdista de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, como “un mensajero del imperialismo norteamericano”. La policía de Venezuela compartió una imagen de la silueta de Lula con este pie de foto: “Quien se meta con Venezuela se seca”.
Luego vino una protesta igual de irascible dirigida al otro vecino izquierdista de Venezuela en la región, Colombia. Gil calificó a su homólogo, Luis Gilberto Murillo, de “cobarde” luego de que declaró que el gobierno de Colombia no reconocería la reelección de Maduro a menos que el régimen mostrara las actas de los resultados finales como evidencia de su supuesta victoria, cosa que es imposible ya que los resultados oficiales fueron inventados.
“Se comportan como un culto”, comentó un empresario de Caracas, la capital de Venezuela, para describir la atmósfera dentro de la camarilla que rodea al presidente. “Todos tienen que fingir que creen en la gran mentira [de que Maduro ganó las elecciones]”. Los indecisos son expulsados de ministerios y empresas estatales.
El 21 de octubre se anunció el arresto de un competente exministro de Petróleo, Pedro Tellechea, que había renunciado al cargo unos días antes por motivos de salud, por supuestas acusaciones de compartir información privilegiada con Estados Unidos. Al menos 12 extranjeros, entre ellos siete estadounidenses, han sido arrestados desde las elecciones, la mayoría acusados de planear ataques terroristas.
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Se suspendieron los vuelos provenientes de países cuyos gobiernos han criticado a Venezuela, incluyendo a Panamá, Perú y República Dominicana. Continúan los esfuerzos para acabar con la oposición que ha exhibido la impopularidad de Maduro. Según Foro Penal, un grupo venezolano por los derechos humanos, casi 2,000 opositores políticos (incluidos 69 niños) están en prisión, la mayoría desde el día de las elecciones.
El verdadero presidente electo, Edmundo González, está en exilio en España. La popular líder de la oposición, María Corina Machado, a quien le prohibieron postularse a la presidencia pero que ayudó a inspirar a millones a votar por González, se encuentra en la clandestinidad. El 6 de noviembre, publicó una nota en redes sociales en la que felicitaba a Donald Trump por su triunfo electoral.
En su primer mandato, Trump consideró tomar medidas militares para derrumbar el régimen de Maduro. “Siempre hemos contado con usted”, escribió Machado. Aunque Maduro finge con total desenfado que la crisis en Venezuela ya terminó, no logra engañar a nadie.
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