La hostilidad entre España y Argentina luego de que Javier Milei lanzara duros ataques al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, se ha convertido en la peor crisis diplomática de su gobierno, que ya tuvo enfrentamientos con los mandatarios de Colombia, Venezuela y México.
En sus casi seis meses de gobierno, el presidente ultraderechista ha vilipendiado a casi todos los líderes de izquierda de la región.
Esta práctica cruzó el Atlántico el fin de semana y escaló. En una visita a España en la que no se entrevistó ni con Pedro Sánchez ni con el rey, el líder argentino acusó de “corrupta”, sin nombrarla, a Begoña Gómez, la esposa del presidente del gobierno español.
Como resultado, España decidió retirar “definitivamente” a su embajadora en Argentina, mientras Milei atizó la crisis llamando “cobarde” a Sánchez, del Partido Socialista Obrero español (PSOE).
“Es un disparate propio de un socialista fatalmente arrogante”, dijo Milei este martes al canal LN+ sobre el retiro de la embajadora, al aclarar que no habrá medida de reciprocidad.
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El choque con Madrid es el último y el más grave de una saga. En marzo, Milei calificó a su homólogo colombiano, Gustavo Petro, de “asesino” y “terrorista” y dijo que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, era un “ignorante”.
La verborragia presidencial derivó en que Bogotá llamara a consultas a sus embajador.
Pero el blanco preferido de Milei, y su némesis, ha sido Nicolás Maduro, el gobernante venezolano amparado por algunos sectores de la izquierda con el que asiduamente intercambia insultos como “nazi” y “dictador”.
Esto sin contar lo que ha dicho Milei de otros líderes cuando aún era candidato, o antes incluso de postular a la presidencia: al papa Francisco lo llamó “representante del maligno en la Tierra” y al presidente de Brasil, Luis Inácio Lula Da Silva, “zurdo salvaje”.
Pero desde que asumió en diciembre, el presidente “anarcocapitalista”, como él mismo se define, no ha vuelto a insultar públicamente al líder del gigante latinoamericano y primer socio comercial de Argentina; también se disculpó con el papa y lo abrazó efusivamente al visitarlo en febrero en Roma.
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Figura de la derecha global
Milei encarna “el tipo de liderazgo típico de estas derechas ultra”, dijo a la AFP Sergio Morresi, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de San Pablo. “Suelen privilegiar su agenda ideológica sobre cuestiones de interés geopolítico”, agregó.
En su visión Milei “repite hacia afuera la estrategia que aplica a nivel doméstico en el sentido de acelerar hacia adelante”, sin medir consecuencias.
Alejandro Rascovan, profesor de Seguridad Internacional de la Universidad de San Martín definió la política exterior del gobierno como “caótica”.
“Prioriza los vínculos políticos y personales del presidente y no parece haber una política de Estado detrás”, dijo a la AFP.
En lo que va de su gobierno, Milei ha viajado seis veces fuera del país, tres a Estados Unidos, su norte geopolítico.
Allí se reunió dos veces con el magnate Elon Musk, recibió una condecoración de una comunidad ortodoxa judía y se encontró con el expresidente Donald Trump.
Atendiendo a su bicéfala relación con las religiones judía y católica, respondió además a su llamado espiritual con sendas visitas a Israel y el Vaticano.
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Su último viaje a España, el pasado fin de semana, tenía como fin disertar en una convención del partido español ultraderechista Vox, donde fue acogido como una estrella de rock.
Según Roy Hora, historiador de la Universidad de San Andrés, en la diplomacia de Milei “parecen combinarse convicciones y conveniencias”.
De su lado, Rascovan estima que “da la sensación de que Milei busca ubicarse como una figura global, quizá sea su único objetivo real, es imposible saber; pero ninguna de las gestiones en sus viajes tuvo, por ahora, algún resultado real en inversiones” para Argentina.
Sus detractores cuestionan los riesgos de una política exterior que el excanciller Santiago Cafiero ha calificado como “infantil”.
Para Hora, la crisis con España “parece un capítulo más de la desorientación argentina, que hace una década celebraba al (fallecido presidente izquierdista venezolano) Hugo Chávez y hoy se mueve en una dirección completamente opuesta”.
“Esto marca la subordinación de la política exterior a los imperativos de corto plazo de la política interna, y pone de relieve el amateurismo de nuestros gobernantes y su falta de claridad sobre nuestros intereses de largo plazo y nuestro lugar --modesto, quizás irrelevante-- en el escenario internacional”, consideró el experto.
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