La elevadísima inflación que registra Argentina mina mes a mes el poder de compra de los ciudadanos, un fenómeno especialmente preocupante entre los jubilados, quienes, en su mayoría, cobran pensiones mínimas que difícilmente alcanzan para cubrir sus necesidades básicas.
“Llegamos con lo justo. Si tengo un problema, me ayudan mis hijos. No nos sobra nada”, cuenta a Efe Luis Alberto Lombardi, un jubilado de 75 años que vive con su esposa, también jubilada, en el barrio de Balvanera, de Buenos Aires.
Lombardi es uno de los 6.9 millones de beneficiarios del sistema de pensiones de Argentina, administrado por el Estado y que se nutre con los aportes a la seguridad social de un porcentaje de los ingresos de los trabajadores en actividad.
La jubilación promedio es actualmente de 66,895 pesos (US$ 446 al tipo de cambio oficial), pero la mínima, que cobran 4.4 millones de jubilados, es de 43,352 pesos (US$ 280).
Ese ingreso mínimo llegó este mes a 50,353 pesos (US$ 335) al sumarse a la jubilación un bono extraordinario del Gobierno para intentar paliar la acelerada inflación, que se ubicó en el 78.5 % interanual en agosto.
Carrera perdida contra la inflación
Tras trabajar desde los 18 años y dejar de hacerlo con la irrupción de la pandemia, Lombardi cobra como jubilado apenas algo más que la pensión mínima que recibe su esposa, ingresos que suman para llegar a fin de mes, pero ajustando sus gastos cada vez más por culpa de la carrera de precios en Argentina.
“Tiramos para llegar a fin de mes con lo justo. Pero hemos tenido que suprimir muchas cositas”, cuenta Lombardi, quien dejó de darse, con su esposa, pequeños “gustos”, como salir a tomar un café o comprar un postre para la cena.
En la actualidad, las jubilaciones se ajustan trimestralmente, con aumentos que no siempre logra igualar el ritmo de inflación, por lo que muchas veces el Gobierno se ve obligado a conceder bonos o pagas extraordinarias a los jubilados.
Por ejemplo, en septiembre las jubilaciones aumentaron un 15.53 % sobre el valor fijado en junio, pero la inflación de solo dos meses (7.4% en julio y 7% en agosto) casi licuó ese incremento antes de que llegara al bolsillo de los retirados.
Según cálculos del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana, a diciembre de este año la inflación alcanzará al 95%, y las jubilaciones acumularán un incremento del 73%, perdiendo 22 puntos en el año.
Con esta perspectiva, para Lombardi no queda otra que seguir “recortando”.
“Vamos a tener que estudiar los números con mi señora. Posiblemente el coche que tengo ya no lo pueda mantener. Estamos pensando en venderlo. Nos seguimos manteniendo, pero restándonos costas en la vida”, lamenta.
Jubilación y pobreza
La jubilación mínima que cobra la mayoría de los jubilados en Argentina apenas supera el costo de la cesta básica de alimentos y servicios que marca la línea de la pobreza y que, según los últimos datos oficiales, es de 36,018 pesos (US$ 240) mensuales para una persona adulta.
Sin embargo, para la Defensoría del Pueblo de la Tercera Edad de Buenos Aires, el valor de esa cesta es muy superior para un anciano y la jubilación mínima que cobran los retirados está muy lejos de cubrirla, por lo que la mayoría vive en condiciones de pobreza.
“La canasta del jubilado ronda los 120,000 pesos (US$ 800). Los jubilados nunca llegan a cubrir el 40-50 % de la canasta. En estos últimos meses, hubo alzas de precios con mucho peso en la canasta del jubilado por encima de la inflación promedio, como en el caso de los alimentos y los gastos de vivienda y salud”, dice a Efe el defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino.
Juan Antonio Paneté, de 78 años, cobra una jubilación mínima que no le alcanza.
“Tengo una hija que me ayuda, por suerte, porque si no estaría muerto”, asegura a Efe.
Trabajó desde los 12 años, se jubiló en 2008 y siguió trabajando en una empresa de seguridad hasta la llegada de la pandemia. Desde hace un año busca empleo para poder tener un ingreso extra, pero nadie lo contrata por su edad.
“Yo tendría que estar ganando una jubilación de 120,000 pesos. Esa es la realidad de lo que se necesita para no ser indigentes. Los jubilados que cobramos la mínima somos todos indigentes. El Gobierno nos da un bono. Pero, ¿qué hacemos con ese bono? Nada. No alcanza para nada”, se queja.
Según Semino, el 80 % de los jubilados es pobre por ingresos. “Y aquellos que puedan tener alguna ayuda de sus hijos son cada vez menos”, apunta el ómbudsman, para quien “las jubilaciones pierden por goleada contra la inflación” en Argentina.