El lugar de la explosión de nitrato de amonio en el puerto de Beirut, la capital de Líbano. (Foto: AFP)
El lugar de la explosión de nitrato de amonio en el puerto de Beirut, la capital de Líbano. (Foto: AFP)

Causa de las explosiones devastadoras en Beirut, el nitrato de amonio se usa sobre todo como fertilizante “nitrogenado” agrícola, pero puede ser componente de ciertos explosivos para uso civil.

Usos

El nitrato de amonio "se utiliza sobre todo como fertilizante nitrogenado en cultivos de leguminosas con hojas", indica la Sociedad química de Francia.

Este tipo de abono, presentado en forma de granulado blanco, se utiliza en todo el mundo para lograr mejores rendimientos, y para muchos agricultores es indispensable.

En el departamento de la Gironda (suroeste de Francia), Benoît Labouille cultiva 200 hectáreas de maíz, colza y hortalizas, parte de manera convencional, y otra en forma orgánica. Utiliza "poco más de 10 toneladas" por año de amonitrato, fertilizante compuesto por nitrato de amonio, "para casi todos los cultivos convencionales".

Esta fórmula de abono nitrogenado es "muy útil", señala, porque "es asimilado directamente por la planta", que necesita nitrógeno para desarrollarse, por lo que se beneficia de un "pequeño incentivo". "Es híper-importante", resume. Especifica, que debe ser almacenado "en cobertizos limpios, secos" y apartados.

Líbano es un gran consumidor de fertilizantes: con unos 330 kg/há, utiliza el doble que la media mundial, señaló en febrero la

El nitrato de amonio también es utilizado para la fabricación de explosivos. "Mezclado con TNT (trinitrotolueno) o pentrita, se usa en la construcción, en minas y canteras", especifica la Sociedad química de Francia.

Existen otros usos menores para este compuesto químico, como combustible propulsor en la industria aeroespacial por sus propiedades oxidantes. Disuelto en agua, provoca una reacción endotérmica por lo que se utiliza para fabricar bolsas isotérmicas.

En la apicultura, el humo blanco que produce al quemar una pequeña cantidad sirve para anestesiar a las abejas para poder mover una colmena, por ejemplo.

Fabricación, precio y almacenaje

El nitrato de amonio (NH4NO3) es resultado de la reacción que se produce entre el amoníaco y el ácido nítrico.

Rusia es, por lejos, el primer país productor, con casi 10 millones de toneladas en el 2017, o sea, el 45% de la producción mundial.

Principalmente utilizado en agricultura, su precio varía según las estaciones. Entre del 2018 y 2019 el precio medio por tonelada era de 214 euros (unos US$ 254).

El compuesto y derivados están sujetos a reglas estrictas: es conveniente "almacenarlos aislados de productos incompatibles con el nitrato de amonio, especialmente en caso de incendio". En particular de productos inflamables, sobre todo líquidos corrosivos.

El principal peligro vinculado a estos abonos con nitrato de amonio es "la detonación de amonitratos en altas dosis", o sea, con más del 28% de nitrógeno. Esto es poco probable si se almacena debidamente, según el ministerio de Agricultura francés.

Los fabricantes señalan: "en general estos fertilizantes son seguros si se manipulan siguiendo las normativas" europeas al respecto.

Principales riesgos y consecuencias

Insensible a choques y frotamientos, el nitrato de amonio es un explosivo "mediocre" salvo si se mezcla con hidrocarburos, por ejemplo, o está expuesto a incendios, según la Sociedad química de Francia.

Eso sí, "su onda (expansiva) de detonación provoca grandes destrucciones. Es algo muy conocido. La de Beirut fue una de las más fuertes de la historia", aclara Daniel Vanschendel, experto en explosivos.

"La onda expansiva supersónica se vio claramente en Beirut...", añade. Para él, "se trató de un fallo en la reglamentación catastrófico puesto que las reglas son muy claras".

“Los primeros humos blancos, seguidos de una gran explosión que provocó una gran nube roja y marrón, después otra nube blanca con forma de hongo, indica que el gas emitido eran vapores de nitrato de amonio blanco, protóxido de nitrógeno tóxico y agua”, señala Stewart Walker, de la universidad de Flinders, Australia.