El centroderechista Guillermo Lasso, que el lunes asumirá el poder, es un político conservador que se ha tenido que volcar al centro político para alcanzar la Presidencia en su tercer intento y que, asegura, gobernará bajo el lema del “Ecuador del encuentro”.
De 65 años, Lasso ganó la segunda vuelta del 11 de abril al imponerse por 52.36% a 47.64% a Andrés Arauz, afín al expresidente Rafael Correa, en una reñida elección que volvió a dejar patente la división política en el país.
Con mandato a priori hasta el 2025, será el primer gobernante derechista en Ecuador desde el 2003.
Ecuador del diálogo
Y aun así ha abogado por la “unidad” y el “diálogo” entre todos los ecuatorianos para sacar adelante al país, actualmente en una de sus peores crisis, dejando de lado diferencias políticas, en lo que ha llamado una gestión “del encuentro” en la que priorizará, asegura, las necesidades del pueblo.
“Como demócrata, creo en la belleza de los sueños y su poder para inspirarnos. Creo en el derecho que tenemos a un entorno donde podamos dar lo mejor de nuestros talentos. En esta credencial vive la voluntad de un pueblo que se decidió por el cambio”, señaló al recibir la acreditación de su triunfo en las urnas.
Líder del movimiento Creando Oportunidades (CREO), que fundó en el 2012 y con el que se presentó a los comicios del 2013 y 2017, Lasso llegó esta vez al poder con el apoyo del partido Social Cristiano (PSC), con el que ya ha tenido su primera desavenencia cuando se negó a cerrar una alianza tripartita que estos auspiciaban en la Asamblea con sus rivales de la Unión por la Esperanza (UNES, correísta).
“El 47% votó por justicia económica, social y política. Por un país más equitativo y más solidario, valores y principios que compartimos. Pero no es cierto que hayan votado por la impunidad, ni por la corrupción, ni por la intromisión en decisiones judiciales. Nunca aceptaré que se use a esos ecuatorianos y sus justísimos anhelos como moneda de cambio en un trueque político”, dijo sobre ese polémico acuerdo.
A la Presidencia, llega con la oferta de trabajar por un país de oportunidades, moderno, con libertad para emprender, generar empleo y abierto al mundo, pero consciente de que, estando en absoluta minoría parlamentaria (sólo 12 de 137 escaños), deberá negociar para cumplir sus promesas.
Medio siglo de experiencia
Nacido en Guayaquil en el seno de una familia de clase media, el presidente electo dice comprender las angustias de la pobreza pues también sufrió escasez en su juventud, cuando debió trabajar para apoyar a sus padres y pagar sus estudios.
Lasso nunca concluyó la universidad, pero realizó un diplomado en Administración de Empresas y, el n 2011, la Universidad de las Américas de Ecuador le concedió el título de doctor honoris causa.
De hablar sereno, es amigo personal de personajes como José María Aznar -que estará en su investidura- o Mario Vargas Llosa, y acumula una experiencia de medio siglo tanto en el sector privado como en el público.
En 1989 fue nombrado presidente ejecutivo del Banco Guayaquil, de cuya dirección renunció en el 2012 (es aún accionista) para dedicarse a la política, un pasado como banquero que ha sido siempre arma de doble filo en manos de sus detractores de izquierdas.
En medio, fue gobernador de la provincia de Guayas (1998-1999) y, por escaso mes y medio, “superministro” de Economía del presidente Jamil Mahuad, quien instauró la dolarización tras la peor crisis financiera del país en el 2000.
Como presidente ya ha avanzado que protegerá ese sistema bancario que trajo la estabilidad monetaria al país.
Economía de mercado
Arduo defensor de la economía de mercado, casa adentro quiere gobernar con un aparato estatal optimizado y dinamizar el sector privado, mientras en su política exterior aboga por una apertura sin sesgos ideológicos y una relación especial con Estados Unidos, principal socio comercial de su país.
Ecuador arrastra una deuda de unos US$ 70,000 millones que dificultarán la labor de Lasso, y las consecuencias de la pandemia incluyen alto desempleo, pobreza y un alicaído sector privado.
Lasso dice haberse preparado durante once años para ser presidente y que ha viajado por todo el país, conversando con la gente, conociendo sus problemas y sus necesidades, y ha impulsado un tanque de pensamiento, “Ecuador Libre”, para estudiar soluciones a esos problemas sociales.
Respeto a las creencias de todos
Último de once hermanos, el nuevo presidente está casado, tiene cinco hijos y siete nietos.
Católico en sus creencias religiosas, se opone al aborto, pero cumplió su promesa de respeto a decisiones ajenas cuando en abril pasado la Corte Constitucional aprobó la despenalización del aborto en casos de violación.
“El verdadero corazón de un demócrata se conoce en momentos como este, cuando es capaz de respetar a la autoridad incluso cuando no está de acuerdo con ella”, señaló al asegurar que, como católico, seguirá viviendo de acuerdo a sus creencias, pero como presidente hará todo lo que esté en su poder “para respetar los principios de un sistema plenamente republicano y democrático”.