(Foto: Difusión)
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Sin avances desde hace tres meses, los británicos y los europeos parecen haber entrado en una vía muerta en el momento de abordar, el martes, en un clima de creciente tensión, una cuarta ronda de negociaciones que es crucial para definir su relación posBrexit.

Esta semana de negociaciones precederá a una "conferencia de alto nivel" en la que se hará un balance de la situación, y que los británicos han convertido en fecha límite para seguir discutiendo o no.

Según una fuente cercana a las negociaciones, no salen las cuentas. "Los avances no son suficientes. Cada parte se mantiene inflexible en sus posiciones", lamenta.

Los europeos desean un acuerdo muy amplio, con garantías para evitar que desregule su economía en materia fiscal, social y medioambiental, lo que perjudicaría a los antiguos socios. Asimismo, reclaman el acceso a las aguas británicas para sus pescadores.

Pero Londres, que solo quiere un acuerdo clásico de libre comercio para preservar su autonomía regulatoria, y eventualmente pequeños acuerdos sectoriales, juzga estas exigencias excesivas.

"Lo que nos pide la UE no tiene precedentes en todos los acuerdos de libre comercio que ha firmado, o que ha contemplado firmar, con otras economías", insistió el jueves el ministro de Estado Michael Gove, una fórmula repetida hasta la saciedad por los británicos desde el inicio de las negociaciones.

En estas condiciones, es difícil contemplar, como previsto, un acuerdo para final de año, cuando concluya el periodo de transición durante el que el , que oficialmente abandonó la el 31 de enero, sigue aplicando las reglas comunitarias.

Un acuerdo es “sumamente difícil, pero posible”, considera el negociador jefe de la UE para el , Michel Barnier, interrogado el viernes por la radio pública alemana Deutschlandfunk.

Esta ronda permitirá precisamente "saber si Gran Bretaña quiere abandonar el mercado interior y la unión aduanera con o sin acuerdo con nosotros".

“Paso en falso”

"Vamos a saber, a partir del martes o el miércoles, según el tono de las discusiones", afirma la fuente cercana a las negociaciones.

Pero no impera el optimismo. Interrogado el viernes por el centro de reflexión Institute for Government, Stefaan de Rynck, un asesor de Barnier, no espera avances esta semana.

Las garantías que reclaman los europeos en materia de competencia ("level playing field", es decir, las condiciones de equidad) constituyen para él uno de los principales obstáculos.

Un acuerdo parece si cabe más incierto ahora que los británicos rechazan una extensión del periodo de transición, de uno o dos años, lo que extendería otro tanto la duración de las negociaciones.

"No vamos a pedir una prolongación, y si la UE nos lo pide, no la aceptaremos", dijo el jueves el negociador británico David Frost.

Ante el punto muerto que se perfila, y en un contexto complicado por el coronavirus, que hace que las negociaciones se tengan que hacer mediante videoconferencia, lo que no facilita las cosas, el tono subió en los últimos días en intercambios de correos.

David Frost envió un correo a Michel Barnier para invitarle a revisar su posición.

El francés le respondió secamente: "No me gustaría que el tono que ha adoptado tenga un impacto en la confianza mutua y la actitud constructiva que son esenciales entre nosotros".

“Hay un consenso en que el tono de la carta de David Frost no ayuda”, comenta la eurodiputada Nathalie Loiseau (Renew), miembro del grupo de coordinación del Parlamento Europeo sobre el Reino Unido. “Un tono displicente, acusador, en el momento en que se trabaja para negociar un acuerdo, es evidente que es un paso en falso”, asegura.