Más allá de las pruebas deportivas, los turistas exprimen los Juegos Olímpicos de París-2024 al máximo en las “casas” nacionales, donde pueden seguir el BMX comiendo un perrito caliente en la “Team USA House”, celebrar las victorias en la “Casa Brasil” o bailar en la “India House”.
En el céntrico y elegante Palais Brongniart de París, la bandera estadounidense preside el estrado y las familias siguen en las numerosas pantallas de todos los tamaños las pruebas olímpicas.
Matthew Burt, con su gorra USA del revés, quería huir del calor de la capital francesa para apoyar a su equipo olímpico “junto a otras personas procedentes de Estados Unidos”. El precio: 390 euros (IUS$ 420) toda la jornada.
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“Era esto o quedarnos en el hotel con el aire acondicionado”, explica a su lado Nolan Percival. Este neoyorquino de unos 50 años se alegra de estar bajo las arcadas de este monumento que “forma parte de la historia de París”.
“Como en casa”
Ben Weibel, de 28 años, comparte mesa con sus padres que llegaron de Ohio para presenciar sus primeros Juegos. Con “perritos calientes y helados”, el joven, residente en París desde hace dos años, se siente “como en casa”.
De repente, la agitación se apodera de la sala y el público aplaude a la estadounidense Perris Benegas, que se clasifica segunda en BMX femenino. “Go USA!”, gritan los Weibel.
Chris contempla la agónica derrota de los norteamericanos contra los iraníes en esgrima, 45-44, un duelo “apasionante”. Preguntado sobre el simbolismo, echa balones fuera: “Es solo deporte”.
A imagen del “Team USA House”, otras naciones acogen a sus aficionados -nacionales o internacionales- para animar a sus deportistas y descubrir sus culturas.
El “Team Ireland” escogió un pub irlandés junto al icónico cabaret Moulin Rouge. Hacia las 15H30, Tim Buckley y su amigo James, ambos de 27 años, calientan motores con una hamburguesa y una cerveza.
“Ayer por la noche estábamos aquí cuando Daniel Wiffen ganó el oro” en los 800 m libre en natación, recuerda Tim. “El ambiente era increíble”.
“Estaba lleno de irlandeses, todo el mundo cantaba el himno nacional, era un momento de gran orgullo”, abunda.
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“¿Hay un mejor lugar?”
El mayor número de casas, una decena como la de México o la de Colombia, se encuentra en el llamado “Parque de las Naciones”, instalado a ambos lados del Canal del Ourcq en el popular parque de La Villette.
Aunque hay que abonar 5 euros (US$ 5.40) en el “Club France” o en la “India House”, otros son gratuitos como la “Casa Brasil”, con su terreno de fútbol sintético y su cancha de vóley-playa.
Las miradas están puestas en la pantalla que retransmite el partido de octavos de final de tenis de mesa que enfrenta al brasileño Hugo Calderano contra el francés Alexis Lebrun.
Arropados por “La Canarinha”, Juliana Kolonko, de 37 años, e Ivam Passos, de 40 años, se confiesan “muy felices” tras la victoria de su compatriota.
Y nada mejor que vivirla en la casa: “Siempre está animado y es agradable, cordial, como todos los brasileño”, dice Ivam.
En la “India House”, los talleres invitan a descubrir la cultura, como este hombre que teje de forma tradicional.
Frente a la pantalla gigante, algunas decenas de personas apoyan a Manika Batra, en problemas en su partido de tenis de mesa contra la japonesa Miu Hirano.
“Muchos atletas indios compiten hoy. ¿Hay un mejor lugar para verlos?”, dice Gokul Kannan, de 24 años y procedente de California. Cuando la india gana un set, la felicidad planea sobre el público, pero al final pierde.
Pero la decepción dará paso rápidamente a un taller de baile. Los espectadores se levantan y aprenden los movimientos, y no todos son indios, sino también de otros países.
“Esto es el espíritu olímpico, ¿no? Evidentemente, estamos aquí para apoyar a nuestro equipo, el de allí de donde venimos, pero estamos aquí para apoyar a todos los atletas”, concluye Kannan.