Para algunos, las vacas son cruciales para preservar el medio rural; para otros, las grandes culpables, junto con el petróleo, de las emisiones de CO2. La guerra de argumentos está servida en Portugal tras la prohibición de comer ternera en la Universidad de Coimbra.
Amílcar Falcao, rector la Universidad de Coimbra, decana en Portugal, anunció esta semana, con motivo de la inauguración del año académico, que se eliminarían del menú de sus comedores universitarios los platos de carne de ternera, ante la "catástrofe ambiental" del cambio climático.
La Confederación de Agricultores de Portugal (CAP) salió al paso con celeridad para evitar pronunciamientos similares de otros rectores o instituciones de relevancia para expresar su “profunda perplejidad”, ya que, lejos de ser nocivo para el medio ambiente, el pastoreo del vacuno ayuda a combatir de la despoblación, argumentó.
Más que una medida efectiva, la Universidad de Coimbra quiere ser referente nacional a la hora de concienciar a la población sobre la mudanza de hábitos para combatir el cambio climático.
En total, reducirán a partir de enero del 2020 el consumo de 20 toneladas de carne de ternera que cada año se servían en los 14 comedores de la institución académica, y, además, pondrán en marcha otras medidas, como la eliminación del plástico.
"Esto es lo que defendemos, política con coraje", arengaban desde el partido Personas, Animales y Naturaleza (PAN), mientras que la CAP tildaba la medida como una "limitación a la libertad de elección".
En mitad de la guerra de argumentos en pro o en contra de las vacas, se ha recuperado la previsión del Gobierno de Portugal de reducir a la mitad el número de cabezas de vacuno hasta el 2050, ya que, según argumentó el Ejecutivo luso en diciembre pasado, la agricultura contribuye en un 10% a las emisiones de CO2 en el país, especialmente a partir de la actividad del vacuno.
La Asociación de Jóvenes Agricultores de Portugal, cuyos profesionales apenas rentabilizan su actividad salvo con las ayudas europeas de la PAC, considera que este tipo de medidas son "populismos infundados".
Temen los jóvenes ganaderos portugueses que estas decisiones sean la punta del iceberg de otras medidas como la reducción o eliminación del consumo de leche de vaca e ironizan con que si en vez de confeccionar ropa a partir de la lana de oveja sería mejor usar derivados del petróleo.
Ante las acusaciones de demagogia, el colectivo estudiantil de Coimbra daba su beneplácito al rector y el presidente de la Asociación Académica de Coimbra, Daniel Azenha, aseguraba que "esta medida no resolverá el problema, aunque es importante la concienciación del sector académico".
Entre los argumentos a favor y en contra que en los últimos días se suceden en los medios de comunicación de Portugal, la Universidad de Coimbra ha convertido a las vacas en las verdaderas protagonistas de la actualidad lusa de los últimos días.
Para unos, la vaca es el villano culpable, en gran medida, del alarmante cambio climático; y para otros, el sector del vacuno es el héroe que posibilita el asentamiento de familias en el medio rural portugués, cada vez más debilitado por la despoblación y por los incendios forestales.