Hace mucho que los administradores de fondos ansían satisfacer el apetito de los inversionistas globales por activos que cumplan con los estándares “ambientales, sociales y de gobernanza corporativa”. Pero el movimiento ASG se enfrenta a una reacción negativa, y no sin razón. Como informó Bloomberg News, muchas de las promesas hechas en virtud de lo ASG carecen de sentido, y las empresas que emiten “bonos verdes” no siempre son muy ecológicas. Excampeones del movimiento han hablado sobre garantías débiles o contradictorias, describiendo una industria más dedicada a señalar sus virtudes que a medidas reales.