A día de hoy, el principal obstáculo en el uso extendido de un hidrógeno de bajo en carbono es su coste de producción, pues requiere o bien mayor cantidad de electricidad. (Foto: Getty)
A día de hoy, el principal obstáculo en el uso extendido de un hidrógeno de bajo en carbono es su coste de producción, pues requiere o bien mayor cantidad de electricidad. (Foto: Getty)

La considera que pese al incremento en la inversión de proyectos de se necesitan mayores y más rápidos esfuerzos para que el uso de esta energía, menos contaminante, se generalice en todos los sectores.

“Los Gobiernos necesitan actuar con mayor rapidez y decisión en una amplia gama de medidas políticas para permitir que el hidrógeno de bajas cumpla con su potencial para ayudar al mundo a alcanzar cero emisiones”, indicó la AIE en su informe anual sobre el hidrógeno.

El organismo, con sede en París, señala al mismo tiempo que es importante que esta transición se haga siempre “garantizando la seguridad energética”.

Entre las recomendaciones que la entidad lanza a los gobiernos a corto plazo, además de movilizar la inversión en investigación e infraestructuras, propone estimular la demanda y reducir las diferencias de precios mediante la fijación de precios del carbono o establecer requisitos de hidrógeno en la contratación pública.

A nivel internacional, consideran que la cooperación es necesaria para establecer normas y reglas, y crear mercados mundiales de hidrógeno que puedan estimular la demanda de países con un potencial de producción limitado.

Cambios alentadores en dos años

La situación en lo que respecta a la producción de hidrógeno ha cambiado de manera alentadora desde la publicación del informe del 2019, cuando tan solo tres países (Francia, Corea y Japón) dentro del tenían estrategias sobre el uso de esta energía.

“Hoy, 17 gobiernos han lanzado estrategias del hidrógeno y otros veinte han anunciado públicamente que están trabajando en ellas. Numerosas compañías están tratando de acceder a oportunidades de negocio sobre el hidrógeno”, añadió la AIE en su informe.

Entre los proyectos iniciados, hay pistas para producir acero y productos químicos con hidrógeno bajo en carbono, y el coste de las pilas de combustible que funcionan con este compuesto sigue bajando.

El director de la AIE, Fatih Birol, insistió en que no se puede “dar por sentado el éxito”, pero reconoció que se están viendo “avances interesantes para que el hidrógeno sea más limpio, más asequible y esté más disponible para diferentes sectores de la economía”.

“Es importante respaldar el desarrollo del hidrógeno con bajas emisiones de carbono si los gobiernos quieren cumplir sus ambiciones climáticas y energéticas”, resumió Birol, en referencia a la oportunidad de alcanzar el compromiso de cero emisiones netas en el 2050.

A día de hoy, el principal obstáculo en el uso extendido de un hidrógeno de bajo en carbono es su coste de producción, pues requiere o bien mayor cantidad de electricidad, si se produce a partir del agua, o el uso de carbono si es a partir de combustibles fósiles, de donde procede la mayoría del hidrógeno producido hoy.

Esto supone la emisión de 900 millones de toneladas de dióxido de carbono, el equivalente a las emisiones de Reino Unido e Indonesia.

Reducir la brecha de precios

Por esto, el informe de la AIE llama a implantar inversiones y políticas específicas para reducir la brecha de precios entre los hidrógenos, ya que con los avances tecnológicos el coste de producirlo con electricidad solar fotovoltaica puede llegar a ser competitivo que el producido con gas natural.

En los últimos cinco años, la capacidad mundial de electrolizadores que producen agua utilizando electricidad se duplicó y actualmente hay unos 350 proyectos en desarrollo y otros 40 en fase inicial.

“Si todos estos proyectos se llevan a cabo, el suministro mundial de hidrógeno a partir de electrolizadores que generan cero emisiones con electricidad limpia alcanzaría las ocho millones de toneladas en el 2030″, añade el informe.

Este notable incremento sigue estando muy por debajo de los 80 millones de toneladas que se necesitan en el 2030 para lograr el objetivo deseado en el 2050, según la AIE.

El organismo llama además a utilizar este compuesto en muchas más aplicaciones que en la industria y la refinería, y recuerda que podría usarse en sectores donde reducir las emisiones es muy difícil, como la industria química, siderúrgica, en camiones de largo recorrido, transporte marítimo y aviación.

La inversión para ponerse en el buen camino para el 2050 debería alcanzar los US$ 1,200 billones de aquí al 2030, estima la AIE, que recuerda que en la actualidad la inversión es de US$ 300 billones en el sector privado y 37 billones por parte de los países.