Con cerca de 22,000 muertos, México superó todos sus pronósticos iniciales sobre el COVID-19, cuya propagación no da señales claras de descenso y obligó a aplazar los planes de reapertura económica en la capital.
El país, de 127 millones de habitantes, se mantiene como el séptimo con más fallecidos al registrar hasta el domingo 21,825, mientras los contagios sumaban 180,545.
Inicialmente, la secretaría de Salud estimó un máximo de 8,000 decesos. Ahora pronostica hasta 35,000, con lo que superaría a Francia, España e Italia de mantenerse la tendencia a la baja en Europa.
"La epidemia todavía no se acaba no hay que pensar que la epidemia se puede suspender súbitamente", alertó el fin de semana Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud a cargo de la estrategia contra el nuevo coronavirus.
Si bien desde el 8 de junio se moderó el ritmo de contagios, el funcionario pidió "paciencia" porque "aún es muy temprano para pensar en un descenso".
"Estamos en una meseta en el punto más alto, cuando lo ideal sería llegar al máximo y empezar a bajar, no quedarse ahí, para pensar en reactivar gradualmente la economía", dijo Malaquías López Cervantes, epidemiólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México y exdirectivo de la secretaría de Salud.
Este mes, el país inició una tímida reactivación en las industrias automotriz, minera y de construcción, así como de pequeños comercios.
Ciudad de México, en rojo
En la capital, la ciudad más poblada y el mayor polo económico y la más afectada con 5,451 muertos, se retrasó una semana la reapertura parcial de restaurantes, hoteles, centros comerciales y servicios religiosos, prevista para este lunes.
"Vamos a esperar para seguir disminuyendo contagios", anunció la alcaldesa, Claudia Sheinbaum.
México se rige por un semáforo. Para pasar de alerta roja a naranja y transitar hacia la "nueva normalidad", la ocupación hospitalaria debe ser inferior a 65%.
Las hospitalizaciones han disminuido pero no lo suficiente, explicó Sheinbaum.
"No era el momento de volver, se necesitan al menos dos semanas de cifras a la baja", dice Alejandro Macías, epidemiólogo que en el 2009 dirigió la estrategia contra el virus H1N1.
Pero el margen de maniobra es mínimo, reconoce Macías, dada la elevada informalidad económica de México, donde "hay millones que comen mañana con lo que ganan hoy".
Según cifras oficiales, 56% de mexicanos económicamente activos trabajan en la informalidad. El PBI podría contraerse 8.8% en el 2020.
En tanto, las funerarias de la metrópoli empiezan a notar una reducción en la demanda de servicios, tras verse saturadas en mayo.
En el Valle de México, la zona metropolitana que aglomera a 22 millones de personas, los pedidos de servicios funerarios "ya han bajado" y ahora se distribuyen en todo el país, según el vicepresidente de la Asociación Nacional de Directores de Funerarias, Roberto García.
En mayo, las muertes en la capital mexicana aumentaron hasta 120% respecto al promedio de los cuatro años anteriores, según una investigación de la revista Nexos. López-Gatell declaró, a finales del mes pasado, que parte del excedente serían muertes de covid-19 aún no registradas en el conteo oficial.
¿Pruebas, talón de Aquiles?
Macías y López Cervantes se cuentan entre los escépticos del modelo de monitoreo epidemiológico Centinela, que permite rastrear enfermedades pero no contempla la realización de pruebas masivas.
De los 36 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es el que realiza menor número de exámenes: 3.15 por cada 1,000 habitantes.
"La prueba es imprescindible. Debemos buscar a quienes reportan primeros síntomas, localizar a sus contactos y mandarlos a cuarentena", explica Macías.
El uso del tapabocas también ha enfrentado a autoridades con expertos. Aunque no lo desaconseja, el presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador se resiste a usarlo públicamente y tras relativizar su necesidad en un principio, López Gatell lo considera ahora una “medida auxiliar” contra la propagación.
"Si el presidente quiere que volvamos a la actividad económica, que usara cubrebocas sería una señal de que hay que hacerlo con precaución", afirma López Cervantes.
Aun cuando la pandemia no cede, el mandatario insiste en sus llamados a no dejarse embargar por el “miedo” y prepararse “para salir, recobrar por completo nuestra libertad”.