Golpeados por los aranceles chinos, los productores australianos de vino están tratando de seducir a los cavistas de Londres, Seúl o Kuala Lumpur con la esperanza de compensar la disminución de ganancias causada por las tensiones con el gigante asiático.
Australia había ido ascendiendo gradualmente hasta el rango de primer proveedor de vino en China, muy por delante de Francia en valor (con el 41% del mercado frente al 27%) y casi igual en volumen, gracias a un tratado libre comercio entre China y Australia que eliminó los impuestos al vino australiano en el 2019.
Pero las relaciones entre los dos países comenzaron a deteriorarse en el 2018, cuando Australia excluyó a Huawei, el gigante chino de las telecomunicaciones, de construir su red 5G, en nombre de la seguridad nacional, y luego, dos años después, cuando Canberra pidió una investigación internacional sobre los orígenes de COVID-19.
En lo que se parece mucho a una represalia, Pekín impuso impuestos antidumping a los viticultores australianos a finales del 2020, lo que debería costarles “al menos” 1,500 millones de euros (2,400 millones de dólares australianos, que corresponden a unos US$ 1,760 millones) en los próximos cinco años, según un informe publicado por Abares, el organismo de investigación del Ministerio de agricultura de Australia.
Los impuestos varían entre el 116.2% y 218.4%, lo que duplica o triplica el precio de la botella y se aplica a todos los vinos australianos en botella.
De esa manera, en el primer trimestre del 2021, las exportaciones de vino australiano a China se dividieron en 27 en comparación con el mismo periodo del 2020 y se situaron en 7.45 millones de euros, según el organismo gubernamental Wine Australia.
Australia presentó un recurso en junio ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) para impugnar los impuestos.
“No tengo ninguna duda de que ganaremos”, asegura Tony Battaglene, presidente de la principal industria vitícola, Australian Grape and Wine. “Pero eso no resolverá nuestro problema”.
“Por lo general, la OMC tarda de tres a cuatro años en emitir sus fallos. Y eso no impide que China lance una nueva investigación sobre el supuesto dumping”.
A finales de junio, menos de una semana después de la apelación australiana, China anunció que estaba abriendo un caso en la OMC contra las medidas antidumping adoptadas por Australia contra sus exportaciones de turbinas eólicas y otros productos manufacturados.
“Presión sobre los precios”
En Australia, las acusaciones de dumping sobre el vino salen mal.
“Los vinos australianos exportados a China están entre los más caros”, con un precio medio de 7.20 euros (unos US$ 8.44) el litro en el 2020, muy por encima de los vinos franceses (4.62 euros el litro, unos US$ 5.42) o italianos (4.29 euros el litro, unos US$ 5.03) y solo superado por los vinos neozelandeses (7.91 euros el litro, unos US$ 9.27), subraya el Abares.
En estas condiciones, “es muy difícil encontrar nuevos mercados para vinos de una tal calidad”, manifiestaTony Battaglene.
Además, señala que los viticultores australianos han reorientado una parte de su producción, en particular hacia “el Reino Unido, donde las exportaciones han aumentado un 30% en valor, Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Malasia”.
“Pero eso no es suficiente para compensar las pérdidas ligadas al cierre del mercado chino”, dijo y añadió que quiere ver en este evento “una oportunidad para emerger fortalecido y diversificarse, para ser menos dependiente de un solo cliente”.
El Abares estima que para el 2025, los viticultores habrán logrado reorientar solo “el 60% de las exportaciones inicialmente destinadas a China”.
El organismo también predice un aumento en la producción de vino a granel.
Tony Battaglene también espera “una fuerte presión de precios”. Sobre todo porque “la producción de uva ha batido todos los récords este año, con más de dos millones de toneladas producidas”, un 31% más con respecto al 2020.