(Foto: Difusión)
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“Contrariamente a lo que pensaba, es agradable. Y más sencillo que ir al trabajo”. Igual que Yuki Sato, varios empleados en Japón han adoptado el debido al , desbaratando los prejuicios locales sobre esta práctica.

Sato, de 35 años, decidió trabajar en casa desde febrero, por temor a la epidemia de Covid-19. Fue una revelación para este agente comercial de una start-up en Tokio, Phybbit, que ofrece servicios contra el fraude digital.

"Esta experiencia ha cambiado totalmente mi imagen del teletrabajo" declara este joven padre de dos niños que ha improvisado su oficina en una pieza del pequeño apartamento familiar.

"Me pongo mis auriculares, y ya estoy concentrado. Al final, no hay diferencias con la oficina", se maravilla Sato.

"Gano el tiempo perdido en el transporte, una hora de metro para ir a la oficina, en total dos horas diarias entre la ida y la vuelta" explica.

Ese tiempo lo utiliza para ayudar a su esposa Hitomi a ocuparse de sus dos hijas, Yurina e Hidano, de seis y cuatro años.

"Estoy contenta de que esté en casa y las niñas felices de pasar más tiempo con su papá" comenta la señora Sato.

Frenos culturales

Como muchos japoneses, Sato se mostraba escéptico ante este modo de organización profesional.

"Tenía miedo de no hacer suficiente ejercicio físico teletrabajando, pero también de carecer de ayuda entre colegas" explica.

En Japón, "la imagen de ir a la oficina es muy fuerte, hay que mostrar que se trabaja mucho y muy duro, y que se ayuda a los colegas: teletrabajando no se puede mostrar buena voluntad ni motivación" asegura.

El gobierno japonés intentaba desde hace años alentar el teletrabajo, percibido como un medio para incitar a las madres de familia a retornar al mercado del empleo y a los hombres a participar más en las tareas domésticas y en la educación de los niños.

Desde 2017 las autoridades niponas lanzan cada verano las "jornadas de teletrabajo" con el objetivo también de descongestionar los transportes de la capital japonesa en el período inicialmente previsto de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Pero los resultados fueron contrastados, más allá de la simbólica participación de las administraciones y de grandes grupos privados como Toyota.

Así, aunque en el 2018 un 19.1% de empresas japonesas habían introducido dispositivos de teletrabajo, solamente 8.5% de los empleados habían experimentado esta práctica, según un estudio del ministerio de Asuntos interiores.

Reticencia

Las reticencias emanan sobre todo de los responsables de dirección, pues "muchos de ellos consideran que el teletrabajo no es un instrumento para los empleados" destaca Kunihiko Higa, profesor en el Tokyo Institute of Technology, especialista de los nuevos modos de trabajo a distancia.

Varios ejecutivos japoneses "no comprenden que el teletrabajo, usado de forma apropiada, pueda ser un instrumento estratégico" para administrar a sus equipos, agrega este experto.

Finalmente, el coronavirus habrá obligado a las empresas locales a adoptar esta modalidad, pese a sus tímidas tentativas anteriores y a que los Juegos Olímpicos han sido postergados al 2021.

Según el sondeo realizado a fines de febrero por la federación patronal Keidanren ante 400 grandes empresas que la integran, cerca de 70% de ellas habían recurrido ya al teletrabajo o se disponían a hacerlo debido a la crisis sanitaria.

Desde el grupo de informática y tecnologías Fujitsu al grupo de publicidad Dentsu pasando por el gigante farmacéutico Takeda y los líderes de la electrónica Sony y Panasonic, la mayoría de los grandes grupos nipones han recomendado a sus empleados el teletrabajo, a la espera de que la crisis pase.

La pandemia "tendrá un gran impacto" en la difusión del teletrabajo en Japón en el futuro, a condición de que las empresas lleguen a adoptarlo como un modo de funcionamiento normal, prevé Higa.