
La inusual decisión del presidente Donald Trump de revelar un ataque encubierto de EE.UU. contra una supuesta instalación de narcotráfico en Venezuela marca una nueva escalada en su campaña de presión contra el régimen de Nicolás Maduro. Además, abre interrogantes sobre hasta dónde está dispuesto a llegar.
Trump había amenazado reiteradamente con ampliar al territorio venezolano su campaña de ataques aéreos contra las supuestas narcolanchas. Esta vez, dio pocos detalles de la operación, que no fue anunciada por el Pentágono. Según CNN y The New York Times, el ataque fue llevado a cabo por un dron de la Agencia Central de Inteligencia y no causó víctimas. La CIA declinó hacer comentarios.
El ataque seguramente intensificará los debates en el Congreso de EE.UU. sobre la estrategia hacia Venezuela y sobre qué acciones puede tomar Trump sin buscar autorización legislativa. Si bien sería el primer ataque conocido de EE.UU. en suelo venezolano, que el ataque fuera por una agencia de inteligencia contra una presunta instalación del cartel Tren de Aragua, y no un sitio oficial del gobierno, complican el panorama.
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“Trump avanza de a poco”, dijo Evan Ellis, especialista en América Latina del Army War College. “Si realmente fue una operación encubierta de la CIA, es algo nuevo y va más allá de lo que se había hecho antes. Pero no implica una nueva fase de ataques terrestres”.
Los ataques a lanchas en alta mar y la incautación de petroleros cargados con crudo venezolano ya generan escepticismo en el Capitolio sobre su legalidad, en un contexto en el que Trump eleva la presencia militar en la región. El martes, el Departamento del Tesoro dijo que impondrá sanciones a empresas en Venezuela por vínculos con drones suministrados por Irán. Por ahora, Maduro no da señales de ceder a las exigencias de Trump de dejar el poder.
Durante semanas, Trump ha advertido que estaba listo para ampliar la campaña militar mediante ataques contra objetivos en tierra.
“Hubo una gran explosión en la zona del muelle donde cargan las embarcaciones con drogas”, dijo Trump a periodistas el lunes, al confirmar comentarios que había hecho primero en una entrevista la semana pasada.
“Normalmente, una acción encubierta no sería información pública. Sería confidencial y se mantendría entre las actividades de inteligencia más sensibles”, dijo Carrie Cordero, investigadora sénior del Center for a New American Security.
Trump no ha dicho explícitamente si busca derrocar al líder venezolano. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, dijo la semana pasada a Fox News que Maduro “tiene que irse”. El secretario de Estado, Marco Rubio, ha calificado el comportamiento del líder venezolano de “intolerable”, pero afirmó que EE.UU. está enfocado en frenar el narcotráfico y la cooperación de Venezuela con Irán.
“Aún tenemos más preguntas que respuestas sobre esta operación”, dijo Geoff Ramsey, investigador sobre Venezuela y miembro sénior del Atlantic Council. “Es poco probable que Maduro se sienta intimidado por una acción encubierta de EE.UU. en Venezuela si es contra operaciones de narcotráfico de bajo nivel”.
En un discurso de casi dos horas el lunes por la noche, Maduro no mencionó el reciente ataque. En los últimos meses, apenas ha aludido a las decenas de ataques contra embarcaciones frente a la costa venezolana, que han dejado más de 100 muertos.
En apariciones recientes, Maduro ha enfatizado la solidaridad y la lealtad de las Fuerzas Armadas. La apuesta es que puede sobrevivir a cualquier golpe a la percepción pública provocado por EE.UU. —incluso una incursión en suelo venezolano— siempre y cuando conserve el respaldo de sus generales. Mientras tanto, evita escalar el conflicto y sigue llamando a conversaciones pacíficas.
“Se controla porque sabe que está en una situación tremendamente comprometida”, dijo Carmen Beatriz Fernández, directora de la consultora política DataStrategia, con sede en España. “Es miedo combinado con una respuesta estratégica, porque quiere conservar la posibilidad de negociar”.
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Trump dijo el lunes que había hablado con Maduro “recientemente”, pero calificó la conversación como improductiva.
“No sale nada de eso”, dijo sobre sus llamadas.
Según Mark Cancian, asesor sénior del Center for Strategic and International Studies en Washington, una operación encubierta de la CIA —a diferencia de una misión militar— contra objetivos en tierra ofrece una ventaja en términos de base legal.
“Un ataque de fuerzas militares de EE.UU. sería, en efecto, un acto de guerra”, dijo, lo que requeriría autorización del Congreso. “Por eso creo que usaron a la CIA, aunque no hay mucha diferencia ya que la CIA opera drones Reaper y el ejército también los opera”.
El Pentágono derivó a la Casa Blanca una solicitud para confirmar el ataque contra el muelle de carga, pero no hubo respuesta. Trump confirmó en octubre que había autorizado a la CIA a realizar acciones encubiertas dentro de Venezuela.
“Esto es más sencillo que ataques aéreos y con misiles de las Fuerzas Armadas de EE.UU., o menos riesgoso”, dijo Cancian. “Por eso supongo que van a continuar”.








