Desde hace más de una semana, los pocos habitantes de Shanghái que se atreven a salir fuera se encuentran con una escena surrealista: una ciudad tranquila, silenciosa y desierta por el coronavirus. (Foto: AFP)
Desde hace más de una semana, los pocos habitantes de Shanghái que se atreven a salir fuera se encuentran con una escena surrealista: una ciudad tranquila, silenciosa y desierta por el coronavirus. (Foto: AFP)

El único almuerzo que se consume en la jornada en el Cindy’s Café en Pekín es el de una camarera ociosa. Con la propagación del nuevo , los chinos se quedan en casa y se alimentan gracias a un ejército de repartidores a domicilio.

En Cindy's, un restaurante de un centro comercial de Pekín, los clientes son ahora muy escasos, los ingresos también y sólo las entregas funcionan un poco, se lamenta el jefe Cai Yaoyang.

“Podíamos ganar hasta 1,000 yuanes por día (unos US$ 143, o 131 euros) con entregas. Ahora es más bien de 200 a 300 yuanes. El impacto es enorme”, se queja.

Cerca de allí, el Café Bellagio ofrece platos con precios seis veces más bajos de lo habitual. Un empleado del café, Zhu Xiangying, dijo a AFP que sólo había ingresado 30,000 yuanes en unos 10 días, en comparación con más de 200,000 yuanes en igual periodo en tiempos normales.

Sujetos a medidas locales de contención o por el miedo a contagiarse, muchos chinos se han encerrado en sus casas desde hace un mes.

Para la cadena Cindy (con diez restaurantes en ), las pérdidas podrían ascender a varios millones de yuanes, debido a alquileres y provisiones perdidas, explica Cai.

Algunos empleados podrían incluso ser despedidos. Se trata de un revés muy fuerte para el sector de la restauración y que podría poner en peligro a ciertas empresas.

Laoxiangji, una cadena de 800 restaurantes, ya ha sufrido pérdidas de unos US$ 71,000 millones, aseguró su presidente, Shu Congxuan, en un video transmitido por la empresa.

- “Héroes” -

Para alimentarse, la mayoría de los chinos encargan la comida desde casa, a través de aplicaciones en línea cuya uso se ha disparado.

En las calles casi desiertas, las motos eléctricas de los repartidores son omnipresentes. Los medios estatales los llaman los "héroes" que suministran víveres a la población.

Pero para estos incansables repartidores, los protocolos se van complicando: en Shanghái, Gao Yuchao, de 30 años, que trabaja para la plataforma Ele.me ("¿tienes hambre?"), tiene que llevar dos máscaras y controlarse la temperatura en los restaurantes donde recupera la comida y también en el lugar de destino.

Para tranquilizar a los consumidores, Ele.me y Meituan, dos plataformas gigantes de comida a domicilio, proponen incluso “entregas sin contacto”. Las cadenas estadounidenses McDonald’s, KFC y Starbucks también se han sumado a esta propuesta.

Según este método, los productos son depositados en la entrada de la residencia y el repartidor se va antes de que el cliente haya recuperado el encargo. De esta manera se evita cualquier contacto.

"Es más higiénico (...) Se entiende que algunas personas sientan fobia por los repartidores", dice Gao a la AFP. Pero "yo tengo que salir a ganarme la vida", admite.

Algunos clientes, nerviosos, cuando oyen que llega con el encargo, le gritan que deje rápido el paquete y se vaya, explica.

- Productos a granel -

Algunas empresas, incluida la cadena Haidilao, que ha cerrado temporalmente sus puntos de venta en China continental, han recurrido a la venta de productos frescos y congelados directamente a las comunidades.

En Yunhaiyao, una cadena especializada en cocina de Yunnan, las mesas de los restaurantes están repletas de verduras frescas en lugar de platos cocinados, listos para ser empacados y entregados a los complejos de viviendas.

Yunhaiyao, que tiene más de 100 puntos de venta en China, ahora compra comestibles a granel para los residentes cerca de sus tiendas como una nueva fuente de ingresos.

Zhao Yebule, gerente de una tienda de Yunhaiyao en Pekín, dijo que las entregas pueden recaudar hasta 6,000 yuanes al día. Pero la compañía todavía está en apuros.

Li Jianying, un gerente regional que supervisa 10 puntos de venta, dijo que sólo la mitad de su personal está listo para reanudar el trabajo.

Otros no pueden abandonar sus complejos residenciales libremente por la posibilidad de enfrentar una cuarentena de 14 días cuando regresen a Pekín.