Haya o no acuerdo comercial, el Brexit promete hacer tambalear aún más la economía británica, en un momento en que ya sufre los históricos estragos de la pandemia y su esperada recuperación está siendo lenta.
El 1 de enero, el Reino Unido saldrá definitivamente de la Unión Europea, su principal socio comercial, al abandonar, pase lo que pase, el mercado único y la unión aduanera que beneficiaron a numerosas empresas británicas durante décadas.
Aunque el alcance de los daños dependerá de los resultados de las actuales negociaciones entre Londres y Bruselas, la mayoría de los economistas prevén un Brexit económicamente doloroso.
La respetada London School of Economics estima, incluso, que un Brexit sin acuerdo, es decir con un retorno de los aranceles y controles en las fronteras, será más costoso que el COVID-19, pues sus consecuencias se sentirán durante más tiempo.
El anterior gobierno conservador no escondió el efecto del Brexit en documentos oficiales desvelados a finales del 2018.
Según las estimaciones de entonces, mucho antes de la crisis sanitaria, sin un acuerdo, el PBI caería 7.6% en 15 años. Un acuerdo comercial lo reduciría un 4.9%, un impacto mucho menor, señal del desafío que representa la salida de la UE.
La ausencia de acuerdo, un doble golpe con la pandemia, supondrá a partir del 1 de enero una vuelta de las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), con aranceles a veces prohibitivos en toda una serie de productos, desde piezas de recambio de automóviles hasta carne de vacuno.
Menos ventajoso
Muchas empresas verán aumentar sus costes de la noche a la mañana y los precios para los consumidores se incrementarán, en especial en la alimentación y los productos frescos, importados del extranjero y, en particular, de la UE.
Con todo, un pacto comercial está lejos de resolver todos los problemas y será menos ventajoso que el mercado único, que asegura intercambios fluidos con el continente.
Un tratado de libre comercio suprime o reduce en gran medida los aranceles, pero no anula las formalidades administrativas y los controles en las fronteras. De ahí que se estén construyendo diez vastos aparcamientos para camiones en el sur de Inglaterra, para contener los gigantescos atascos que se temen en un primer momento.
“Habrá perturbaciones inevitables mientras las empresas se familiarizan con las nuevas reglas. Pero este periodo deberá ser relativamente corto” y Londres y Bruselas “podrían acordar rápidamente equivalencias para los servicios financieros”, un sector crucial para el Reino Unido, indica Thomas Pugh, economista en Capital Economics.
En este escenario, el Banco de Inglaterra prevé una caída de las exportaciones y una perturbación de las cadenas de suministro, con una reducción del 1% del PBI en el primer trimestre del 2021.
Las empresas y los mercados aprendieron a vivir con la incertidumbre desde la conmoción que les causó el voto a favor de los británicos de la salida de la UE durante el referéndum del 2016.
¿Doble impacto?
Cuatro años y medio después, la patronal y los sindicatos presionan al gobierno para que haga todo lo posible por evitar un divorcio abrupto, que asestaría un duro batacazo a la industria, a la agricultura y al empleo.
“Es un momento muy frustrante”, pero “no es competencia de las empresas, es de la política”, declaraba Tony Danker, nuevo jefe de la principal patronal CBI, en el Financial Times este fin de semana.
El sector del automóvil está particularmente en primera línea: exporta una gran parte de la producción a la UE y cuenta con grandes fabricantes internacionales en el Reino Unido, dispuestos a hacer las maletas si el Brexit acaba mal.
La japonesa Nissan no ocultó que el futuro de su gigantesca planta de Sunderland (noreste de Inglaterra) es incierto.
El primer ministro Boris Johnson asegura, por su parte, que el país prosperará incluso sin acuerdo, especialmente con la conclusión de pactos comerciales en todo el mundo.
La realidad del Brexit, con la salida efectiva el 1 de enero al cabo del periodo de transición, cae en el peor momento para la economía británica, que apenas sale del golpe de la pandemia y de la histórica recesión evaluada en 11.3% para el 2020 por los servicios del gobierno, antes de un repunte de 5.5% en el 2021.
Para la OCDE, el país se encuentra en un “momento crítico” ante estos dos impactos.
La organización prevé que la economía británica se mantendrá en el 2021 un 6% por debajo de su nivel anterior a la crisis.
Solo Argentina presenta una situación peor (-8%) entre las principales economías mundiales.