Gas natural. (Foto: Difusión)
Gas natural. (Foto: Difusión)

La crisis europea del no ha remitido. Las reservas están bajas. Los precios son altos. Los consumidores reciben tarifas más altas por sus suministros. El importante proveedor ruso Gazprom no vende gas como antes.

Todo ello plantea la pregunta de cómo va a hacer Europa, que importa la mayor parte de su energía, para pasar el invierno sin un desastre de gas, especialmente si la temporada resulta ser más fría o larga de lo habitual.

A continuación, un vistazo a cómo intentará la , hogar de 447 millones de personas, capear la crisis:

El problema son los bajos niveles de reservas

Las empresas de suministros recurren al gas almacenado bajo el subsuelo para responder a una demanda adicional repentina de gas para calefacción o producción de electricidad. Pero Europa comenzó el 2021 con sus reservas apenas al 56%, en comparación con el 73% del año anterior.

Los motivos son variados: un invierno frío el año anterior, falta de entregas rusas y una fuerte demanda asiática de gas natural licuado, que se transporta por barco. La asociación europea de operadores de gasoductos señaló que la llegada del frío podría requerir la importación de entre un 5% y 10% más que los volúmenes máximos de los últimos años para evitar el riesgo de cortes de suministro.

Como resultado, los precios han subido

El precio de referencia en Europa es de unos 80 euros por megavatio hora, más de cuatro veces los 19 euros de principios del 2021 y los 4 euros del 2020. Los precios han bajado tras alcanzar nueve veces el precio de principios del año pasado. Ese pico en los precios se ha notado en las facturas, para alarma de consumidores y políticos.

Europa depende de que los precios altos atraigan más suministro

Los analistas de Rystad Energy emplearon datos de rastreo de barcos el mes pasado para seguir a 11 barcos cisterna que llevaban gas natural licuado a Asia, y que dieron media vuelta en medio del océano para aprovechar las ventas lucrativas en Europa.

Con los precios tan altos, los operadores se veían tentados a desviar los cargamentos europeos aunque tuvieran que ofrecer un 100% del precio como compensación, según analistas de la firma de datos Energy Intelligence.

“Yo no diría que el gas natural licuado es suficiente al 100%, pero jugará un papel muy importante” para resolver las necesidades energéticas europeas, señaló Xi Nan, responsable de mercados de gas natural licuado en Rystad. Sin embargo, señaló, esto “depende de cuánto esté dispuesta a pagar Europa”.

Rusia no ha enviado tanto gas

La firma estatal Gazprom ha enviado menos gas en pedidos de corto plazo a través de los gasoductos que atraviesan Polonia y Ucrania, y no ha llenado tanto las reservas europeas como suele hacer, aunque parece estar cumpliendo sus contratos de largo plazo.

Los analistas creen que Rusia podría estar recalcando su interés en que se autorice la puesta en marcha del gasoducto Nord Stream 2, que llega a Alemania sin pasar por Polonia y Ucrania. También hay crecientes tensiones con Europa por el despliegue de tropas rusas cerca de la frontera ucraniana.

Dejar que las reservas caigan demasiado puede ser un problema

Cuando las reservas subterráneas se ven mermadas hacia el final del invierno, la presión cae y el gas sale más despacio. Eso implica que, aunque las reservas no se queden a cero, pueden proveer gas demasiado despacio como para cubrir un pico repentino de demanda.

Un invierno suave es crucial

Por ahora, el tiempo en Europa y Asia ha sido relativamente suave, hay más gas licuado en camino y los altos precios han obligado a la industria a reducir la producción para bajar su consumo. Entre tanto, Noruega, uno de los proveedores europeos, ha entregado más gas por gasoducto.

“Eso significa que podemos pasar este invierno con los flujos rusos así de bajos”, explicó James Huckstepp, director para Europa, Oriente Medio y África de análisis de gas en S&P Global Platts. “Yo no diría aún que se ha evitado la crisis, porque aún está el riesgo de bajas temperaturas, y hay muy poco margen de reservas”.

Si hay una ola de frío inesperada, “se pasa a un panorama más extremo, y podría haber cortes de gas forzosos. Empezaría por la industria, pero en un momento dado los consumidores se verían en riesgo”, señaló Huckstepp.

En el corto plazo

Varios gobiernos europeos han ofrecido subsidios en efectivo a los consumidores para suavizar el golpe. Suecia se sumó el último miércoles al anunciar una partida de 6,000 millones de coronas (US$ 661 millones) en ayudas para los hogares más afectados por la subida del precio de la electricidad.

En el largo plazo

La solución es más inversión en energías renovables como la eólica y la solar. Sin embargo, las autoridades admiten que el gas jugará un papel durante años durante esa transición.

La inestabilidad política en Kazajistán no contribuye

El país de Europa Central, rico en recursos, suministra petróleo a la Unión Europea (UE), pero no gas. El flujo de crudo no se vio afectado por las protestas iniciadas por el alto precio del combustible, que no tardaron en expandirse en un reflejo de un descontento más general con el gobierno autoritario kazajo.

Europa recuerda lo que supone un invierno difícil

Una ola de frío al final del invierno en el 2018 disparó los precios de la energía. Gran Bretaña advirtió entonces de que algunas actividades industriales que utilizaban electricidad producida con gas natural podrían sufrir cortes de suministro. No llegó a ocurrir, pero nadie quiere ver esa situación.

Tampoco una repetición del enero del 2009, cuando una disputa de precios entre Gazprom y Ucrania interrumpió durante dos semanas el suministro a Europa. En Sarajevo, la capital de Bosnia-Herzegovina, se cortó el gas para calefacción a 70,000 apartamentos, lo que obligó a la gente a alojarse con familiares y agotar las existencias de radiadores en comercios.

Si todo lo demás falla

La legislación de la UE requiere que los países se ayuden entre sí en caso de un desabastecimiento de gas. Los gobiernos pueden declarar una emergencia de gas y cortar el flujo a clientes industriales en beneficio de los hogares, lo que lastimaría a la economía, pero evitaría un desastre humanitario y político.

En teoría, los socios pueden pedirse suministros de gas entre ellos. Europa ha construido más ductos reversibles en los últimos años, pero no suficientes para cubrir todo el continente, lo que deja a algunos países más expuestos que otros.

Pero el sistema nunca se ha probado y hay dudas sobre cómo de dispuestos estarían lo países a compartir gas en una crisis. La Comisión Europea, la rama ejecutiva de la UE, trabaja para revisar las normas para incluir compras conjuntas de gas de forma voluntaria, indicó Ruven C. Fleming, bloguero experto en derecho energético y profesor asistente de la Universidad de Groningen, en Holanda.

La revisión “es una indicación bastante clara de que incluso los que aprobaron el mecanismo no creen que funcionara muy bien”, Fleming.

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