Los vinos de Chile y España se presentan, según varias fuentes del sector, como los mejores candidatos a rellenar el vacío que han dejado los caldos australianos en China, víctimas de un desplome importador por la reciente imposición de aranceles de hasta 218.4%.
Se trata de gravámenes a cinco años, en vigor desde el pasado 28 de marzo, que suceden a otros temporales, durante cinco meses, que las autoridades chinas impusieron al vino embotellado australiano mientras finalizaban una investigación por supuesta competencia desleal y venta a pérdida, en un momento en el que las relaciones entre Pekín y Camberra no atraviesan su mejor momento.
El impacto de estas medidas empieza a dejarse notar y, según las estadísticas de la Administración Nacional de Aduanas de China en el primer trimestre del año, Chile ya ha superado a Australia tanto en volumen de exportación de vinos como en valor (el país sudamericano es ahora segundo en ambas categorías, por detrás de Francia, que a su vez ha recuperado el trono en valor).
El director para Asia de la promotora privada Wines of Chile, Nicolai Samsing, relata que solo en enero varias bodegas del país andino lograron firmar contratos con 17 distribuidores o importadores chinos que no estaban trabajando con vino chileno.
Ese es para él un reto que puede marcar la diferencia: “Chile, Italia y España tienen que empujar para que más importadores trabajen con nosotros”.
Si bien Chile -cuyos vinos entran al mercado chino a arancel cero merced a un acuerdo de libre comercio- ha mantenido su alto volumen, Samsing apunta que otro desafío ahora es “crecer en valor”: “Los precios tienen que poder subir un poco”.
¿La oportunidad de España?
“Es la oportunidad que tenemos que coger”, dice sin rodeos José Alcázar, de la importadora de vino español Zhongxi Double Dragon, que admite que “Chile está muy bien preparada para llevarse el trozo de pastel” que hasta ahora pertenecía a Australia, dominadora de ese mercado, junto a Francia.
El empresario español -que comercia con Utiel-Requena, Jumilla y Ribera del Duero- cuenta que, desde la citada imposición de aranceles, varios importadores chinos de vino australiano se han puesto en contacto con él, pero sin afinar demasiado el paladar.
“La mayor parte de la gente que me ha llamado desde lo de los aranceles (a Australia) quiere vino español de mesa embotellado económico. Es muy difícil que un consumidor chino sepa diferenciar los vinos de España”, explica Alcázar.
Luego, lo contextualiza: “los importadores (chinos) quieren ganar dinero ahora, este mes. Aquí (en China) se vive mucho al día. El mes que viene, ya veremos”.
Las ventas de vino español de su empresa, en volumen, han crecido 172% en la comparativa entre el primer trimestre del 2021 y el del 2019 (con respecto a ese periodo del 2020, cuando China estaba paralizada, el incremento fue de 250%).
Clientes que buscan reemplazo
Alcázar no es el único que se ha lanzado a por la oportunidad: el mexicano Eduardo Rivero -enlace de la bodega uruguaya Montes Toscanini en China- ha comenzado también a importar vino español de Manchuela, de la cooperativa UCI, para diversificar. “Es un buen postor para aprovechar lo de Australia”, dice.
“Tengo diez clientes que se dedican al vino de Australia, y solo uno o dos que compran de Uruguay -indica Rivero-. Los otros ocho buscan vino bueno, bonito y barato. Les hice una promoción inicial de vino español y, de esos ocho, siete me dijeron que sí”.
Sin embargo, desde la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Pekín (ICEX), su responsable, Carlos Tórtola, se muestra más partidario de tratar de que los caldos españoles arrebaten la cuota de mercado australiana en el segmento de las altas calidades (y precios), en el que también acecha Uruguay.
Por el momento, en el primer trimestre del 2021 España ya ha escalado posiciones por el hundimiento australiano y se ha situado como tercer mayor exportador a China por volumen.
Un producto minoritario
En la potencia asiática, el vino es un producto minoritario, y las cifras relativas al 2018 de la empresa de investigación de mercado Euromonitor International muestran que supone un 10.3% del mercado de bebidas alcohólicas en el país asiático, donde la protagonista absoluta es la cerveza, con un 81.6%.
De ese 10.3% del total de vino consumido en China, el vino importado suma el 40%.
Varias fuentes coinciden en que el consumidor chino lo percibe como un producto de lujo, que denota gustos occidentales, sofisticación, y cuyo consumo es más frecuente en hoteles, restaurantes, cafeterías y karaokes.
En cualquier caso, desde el ICEX alertan de que el total de vino importado en China “está viviendo una acentuada tendencia bajista desde el 2017 (una reducción del 43% en volumen entre el 2017 y 2020), lo que dificulta extraer conclusiones sobre el impacto de los aranceles al vino australiano”.
“Los 15 principales proveedores extranjeros han registrado notables pérdidas desde el 2017 salvo Argentina, cuyo volumen exportado a China se triplicó gracias a unas ventas de un granel muy barato”, afirma Tórtola.
Argentina, la única al alza
El aumento argentino -precisa el responsable comercial de la Embajada de Argentina en Pekín, Ezequiel Coppari- ha sido también en vino embotellado: en valor, el país ha aumentado un 11% en la comparativa interanual del primer trimestre con el mismo periodo del 2019, convirtiéndose así en el único gran exportador en crecer.
En cuanto a volumen del vino embotellado argentino, los datos de las aduanas chinas muestran un descenso de 6,000 litros entre enero y marzo del 2021 respecto a hace dos años, insignificante si se compara con el desplome de más de 22 millones de litros sufrido por los caldos australianos en ese mismo periodo.
Esto se traduce en que, en volumen, los vinos australianos retrocedieron en el primer cuarto del año un 85% comparados con el mismo periodo del 2019, y un 75% en términos de valor, según la misma fuente.
No obstante, Eduardo Rivero, de Montes Toscanini, sostiene que, a pesar de los elevados aranceles, el vino australiano de más alta gama “se volverá un vino boutique, porque hay quien sí lo paga”, y marcas como Penfolds son, además de conocidas, sinónimo de caché.
De cara al futuro, Nicolai Samsing, de Wines of Chile, alerta de que la oportunidad también se abre ahora para los vinos de producción china.
Mientras tanto, el empresario español José Alcázar recomienda “acoplarse al mercado chino, ya que el chino quiere algo, y ese algo a veces hay que hacérselo a medida para que le venga bien”, una eventualidad que, en su opinión, no contemplan las empresas europeas, pero sí las chilenas o australianas.
“China es un mercado muy grande e inmaduro, y el consumidor no sabe de vino. Quieren un producto ‘marketiniano’, y en España -resume- de eso vamos mal”.