La amenaza de despliegue militar ruso en Cuba y Venezuela “no es creíble” y lo único que pretende es distraer la atención de la crisis en Ucrania para que Estados Unidos muerda el anzuelo y reaccione, opinan expertos.
“No quiero confirmar nada ni lo descarto”. Esta frase del viceministro de Relaciones Exteriores ruso Serguéi Ryabkov en respuesta a una pregunta del canal de televisión RTVI sobre si prevé un despliegue militar en Venezuela o Cuba disparó las alarmas en un contexto de máxima tensión por los miles de soldados rusos apostados en la frontera con Ucrania, y que Occidente cree que son para invadir el país.
Es una “fanfarronada”, dijo el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan. Pero “si Rusia avanzara en esa dirección, nos ocuparíamos del tema de forma decisiva”, advirtió. Poco más. Los estadounidenses prefieren no hablar del tema.
Los gobiernos de Venezuela y Cuba mantienen una pésima relación con Estados Unidos, que los considera regímenes autoritarios. Nada que ver con la que mantienen con Rusia.
El comentario ruso “tiene el propósito de agitarnos a todos y no podemos caer en esa artimaña. Es una provocación, un bluf diseñado para generar una reacción”, declaró Juan Cruz, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). Cruz estuvo a cargo de Latinoamérica y el Caribe en la Casa Blanca bajo la presidencia de Donald Trump.
“La amenaza no es creíble”, coincidió Evan Ellis, profesor de estudios latinoamericanos del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército estadounidense.
“Rusia carece de la capacidad de proyectar y sostener fuerzas militarmente significativas en el hemisferio. Tampoco tiene los fondos” necesarios debido al costo de su movilización en la frontera ucraniana y las sanciones que le impondrían estadounidenses y europeos si invade ese país, añadió.
“No pueden darse ese lujo ni siquiera a través de su instrumento, el Grupo Wagner”, una organización militar privada, destaca a su vez Cruz. Su único interés “es meter un dedo en el ojo de los gringos”.
El chavismo, su aliado
Rusia es el principal proveedor de armas del régimen chavista de Venezuela, explica Rocío San Miguel, directora de la ONG venezolana Control Ciudadano, especializada en temas de seguridad nacional.
El ministro de Defensa del régimen chavista, Vladimir Padrino López, comentó que “Rusia asoma la posibilidad de profundizar las relaciones de cooperación militar” bilateral.
De acuerdo a San Miguel, “hay algo que está pasando por debajo de la mesa”: el entrenamiento de empresas de seguridad rusas a la fuerza armada venezolana. Según ella, el ilegítimo gobierno de Nicolás Maduro apuesta por una presencia militar rusa “cada vez mayor”.
En el 2018 Moscú envió dos bombarderos con capacidad nuclear a Venezuela en apoyo a Maduro, quien habló el jueves con el mandatario ruso Vladimir Putin.
Desde que llegó al poder, hace más de 20 años, Putin intentó recuperar algo del poderío soviético de antaño “y países como Venezuela, Nicaragua y Cuba le han servido muchísimo a ese propósito porque han estrechado sus vínculos” con Moscú, apunta la venezolana Giovanna de Michelle, experta en asuntos internacionales.
El hermetismo de Cuba
En Cuba prevalece el silencio. “Los cubanos no quieren bulla con los gringos”, afirma Cruz.
Los rusos saben bien que “cualquier despliegue militar tendría que ser negociado con la parte cubana y que Cuba respondería teniendo en cuenta las circunstancias”, considera Carlos Alzugaray, exdiplomático y académico cubano.
Por tratarse de una situación hipotética “el gobierno cubano no está obligado a responder ni sería conveniente hacerlo”, añade.
En mente de todos está la crisis de 1962, cuando Estados Unidos y la entonces Unión Soviética estuvieron al borde de una guerra nuclear después de que Moscú desplegara misiles balísticos en Cuba.
Lo cierto es que ahora el único país extranjero con tropas en Cuba es Estados Unidos, en la Base Naval de Guantánamo, recuerda Alzugaray.
De llegar a producirse un despliegue ruso, la reacción estadounidense “sería más como en los años ochenta que como en los sesenta”, sin un enfrentamiento directo, estima por su lado Cruz.
El ejército estadounidense está obligado a tomar en serio las amenazas de un estado con capacidad nuclear e intenciones hostiles hacia Washington como Rusia “pero es dudoso que incluso el vicecanciller Ryabkov esperara que su amenaza fuera tomada en serio”, concluyó Evan Ellis.