Las medidas en favor de las energías limpias anunciadas por los gobiernos de todo el mundo en sus planes de recuperación de la crisis permitirán movilizar un 40% del dinero que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) considera que sería necesario para cumplir con los objetivos climáticos internacionales.
Eso significa cinco puntos porcentuales más de lo que se había estimado en julio gracias a la inclusión de medidas presentadas en los tres últimos meses, de acuerdo con la actualización hecha este jueves por la AIE.
Según sus cálculos, los gobiernos han previsto dedicar US$ 470,000 millones a la transición energética en sus planes de recuperación, lo que supone un 20% más que a finales de julio.
Esa cantidad, que representa en torno al 3% de esos planes, debe permitir movilizar otros US$ 400,000 millones anuales de actores privados y públicos en el periodo 2021-2023.
Una cifra que hay que comparar con US$ 1 billón de inversión en cada uno de esos tres grupos de actores que la AIE considera necesario para que el mundo pueda estar en condiciones de lograr cero emisiones netas de dióxido de carbono (CO2) en el horizonte del 2050 a fin de limitar el calentamiento global a menos de dos grados centígrados.
La agencia reconoce que las economías avanzadas lideran los proyectos para las energías limpias, con dos tercios del gasto que se había previsto en sus planes de recuperación.
Además, los paquetes que se van a dedicar a nuevas infraestructuras en Francia, Japón y Estados Unidos podrían incrementar las partidas allí y llegar a niveles próximos a los que recomendó en su Plan de Recuperación Sostenible que presentó en junio del 2020 y sirve de referencia.
La situación invita mucho menos al optimismo en los países emergentes y en desarrollo, donde el volumen de inversión en la transición energética es solo en torno a la décima parte de la de los avanzados.
Aparte de un programa de infraestructuras en India, no se tiene conocimiento de ningún otro paquete notable en el que se esté trabajando.
El problema es que las economías emergentes y en desarrollo afrontan una ralentización económica y su margen fiscal para llevar a cabo grandes inversiones es limitado.
Por eso, la conclusión de la AIE es que “los planes de recuperación a nivel mundial son todavía insuficientes para que las emisiones se reduzcan de forma estructural”.
Y a ese respecto, advierte de que “si no hay una acción política significativa, las emisiones globales van a seguir divergiendo mucho de una cadencia coherente con las cero emisiones en el sector de la energía en el 2050″.