Spicer dijo que luego de que los gobiernos incrementaran su deuda en aproximadamente un 10% tras la ayuda social a los que quedaron sin empleo por la pandemia, es la inversión del sector privado la que “ayudará a las economías a crecer”. Foto referencial: Carolina Cabral/Bloomberg
Spicer dijo que luego de que los gobiernos incrementaran su deuda en aproximadamente un 10% tras la ayuda social a los que quedaron sin empleo por la pandemia, es la inversión del sector privado la que “ayudará a las economías a crecer”. Foto referencial: Carolina Cabral/Bloomberg

Las economías de América Latina y el Caribe, golpeadas por el COVID-19, enfrentan, entre otros, el gran reto de ser más inclusivas para salir de la crisis financiera ocasionada por la pandemia, y sacar ventaja de la inversión privada que ayude a levantar un nuevo crecimiento.

Los retos más grandes para la región en el 2022 emergen de la pandemia y de la crisis financiera ocasionada por esa pandemia, particularmente al intentar retomar el crecimiento y por medio de un modelo inclusivo que traiga a todos de vuelta a la economía”, dijo el director para Latinoamérica y el Caribe de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por su sigla en inglés), Martin Spicer.

El alto funcionario de la Corporación Financiera Internacional (brazo financiero del Banco Mundial) destacó que la pandemia llevó a que unos 4.7 millones de personas de clase media cayeran a niveles de pobreza, “inclusive a niveles de inestabilidad financiera”.

Para salir adelante, de acuerdo con el experto, las economías de la región enfrentan además el reto de crecer de forma sustentable para mitigar y adaptarse al cambio climático, así como incrementar su productividad y aprovechar mercados más cercanos, particularmente Norteamérica.

Esta habilidad de aumentar la capacidad de producción y que las empresas tomen ventaja de las oportunidades que se presentan en el mundo, será el otro gran reto para la región, añadió Spicer, quien resaltó que la región va en buen camino de recuperarse.

Señaló, en ese sentido, que está “muy optimista” ya que “la región tiene muy buena oportunidad ahora que la gente está regresando a la economía, está regresando socialmente también, se están reuniendo y están comenzando a viajar”.

Para Spicer, la región tiene ahora que pensar en los Gobiernos y en el sector privado como un factor para incrementar el nivel de competitividad y productividad, y permitir así nuevas entradas al sistema de negocios.

Cómo aumentar la capacidad de las personas, apalancar todo eso para construir más y abrir nuevos contactos, comerciar entre ellos, comerciar con los vecinos cercanos y poder producir en esto países donde tenga sentido” hacerlo, indicó.

Mencionó como un nuevo “sector emergente” el hidrógeno líquido verde, que varios países de la región, con recursos naturales eólicos y solares, podrían exportar al resto del mundo como hidrógeno verde amoniaco.

El sector privado y los proyectos de la IFC

Spicer dijo que luego de que los gobiernos incrementaran su deuda en aproximadamente un 10% tras la ayuda social a los que quedaron sin empleo por la pandemia, es la inversión del sector privado la que “ayudará a las economías a crecer”.

Explicó que la IFC, por su parte, tiene proyectado de US$ 6,000 a US$ 7,000 millones de inversión, y que esperan que este nivel se incremente en 10% por año hasta el 2030, cuando esperan tener el doble de la inversión.

Esta es la gran tarea de nosotros, y principalmente en las áreas de inclusión, como el acceso a bienes y servicios, muchas veces servicios financieros para ayudar a atender la inequidad existente. Además, queremos aumentar la producción de las empresas, mejorar su productividad en Panamá, Centroamérica, Latinoamérica y el Caribe”, añadió.

La IFC tiene identificadas tres áreas en las cuales puede contribuir con mayor inversión del sector privado: inclusión financiera, inversiones climáticas inteligentes y digitalización.

Operación en Centroamérica

En los tres países que conforman el denominado “Triángulo Norte” (El Salvador, Honduras y Guatemala), afectados por el fenómeno de la migración, es donde la IFC dirigió más del 60% de los US$ 1,000 millones que ha invertido en los últimos años en Centroamérica, en asociación con inversionistas estadounidenses, detalló Spicer.

Para Spicer, “una de las principales maneras en las que podemos ayudar a detener la migración es que el gobierno y el sector privado trabajen juntos para crear soluciones”.

En relación con Panamá, Spicer resaltó que apoyan al gobierno con su programa de Alianzas Público Privadas (APP), trayendo inversión privada en el sector de transmisión eléctrica y también para crear más infraestructura vial para ayudar al país con su productividad.

Spicer, nombrado director regional de la IFC en febrero del 2021, estuvo tres días de visita en Ciudad de Panamá, donde se reunió con el presidente del país, Laurentino Cortizo, y con representantes del Canal de Panamá y la empresa de energía ETESA.

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