La organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW) exigió al Gobierno del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, “expulsar de inmediato” a los mineros ilegales que invadieron la tierra indígena Munduruku, en la selva amazónica, en busca de oro.
“Los pueblos indígenas en el territorio de Munduruku enfrentan invasiones de tierras, destrucción medioambiental y serias amenazas por parte de grupos criminales involucrados en la minería ilegal”, señaló Maria Laura Canineu, directora de HRW en Brasil, citada en un comunicado.
Según la ONG, indígenas de la etnia Munduruku que están ubicados en las riberas del río Tapajós, en el amazónico estado de Pará, denunciaron ante la Procuraduría General que sus tierras fueron invadidas desde el pasado 14 de marzo por mineros ilegales armados.
Esta zona de la Amazonía brasileña es uno de los lugares más apetecidos por los denominados “garimpeiros” que buscan llenarse los bolsillos con el oro que extraen ilegalmente de esta región.
De acuerdo con HRW, la tensión entre indígenas lugareños e invasores ha aumentado en las últimas semanas, tras la aparición de retroexcavadoras en la región.
La Procuraduría ya ha advertido sobre el riesgo de conflictos entre lugareños y mineros ilegales y pidió la movilización de la Policía Federal y otras autoridades a la región, pero según HRW la gestión del Gobierno de Bolsonaro ha sido débil.
“A menos que el Gobierno tome medidas decisivas para hacer cumplir la ley y expulsar a los invasores, la situación se volverá aún más peligrosa”, advirtió Canineu.
Según HRW, indígenas munduruku han recibido en los últimas semanas amenazas e intimidaciones por denunciar actividades de minería ilegal en su territorio.
El 19 de marzo, un grupo de nativos fue impedido de desembarcar de sus lanchas por hombres armados y el 25 del mismo mes invadieron un taller colectivo, donde destruyeron muebles y equipos, y prendieron fuego a documentos, según líderes indígenas.
El mercurio utilizado en la minería ilegal también amenaza la salud y las fuentes de alimento de las personas en la cuenca del Tapajós, pues contamina los ríos y peces, lo que puede causar daño cerebral y otros problemas de salud graves e irreversibles, según estudios.
La minería ilegal es además una de las principales causas de deforestación de la mayor selva tropical del planeta. El año pasado arrasó con cerca de 8,500 kilómetros cuadrados de vegetación en la Amazonía brasileña, una marca solo superada por el récord histórico del 2019, cuando fueron talados 9,178 kilómetros cuadrados de árboles.
Desde el 1 de enero del 2019, cuando llegó al poder el líder ultraderechista Jair Bolsonaro, la deforestación ha sido la peor en la historia de Brasil y la más grande en tierras indígenas en la última década.