El primer ministro británico, Boris Johnson, que condenó duramente la invasión rusa de Ucrania, ha recibido críticas por su pasividad ante el flujo de dinero ruso de origen dudoso que entró en Londres en los últimos años y que podría servir para influir en política.
El líder conservador prometió una respuesta “contundente” a Moscú y mostró firmeza desde el inicio de la crisis ruso-ucraniana, que desembocó el jueves en una ofensiva ordenada por el presidente ruso Vladimir Putin.
Pero al mismo tiempo ha recibido críticas por no ocuparse del dinero ruso de dudosa procedencia que se infiltra en los mercados financieros o inmobiliarios del Reino Unido, o que se utiliza para influir en política.
Los multimillonarios rusos tienen grandes activos y propiedades en las zonas de lujo de Londres, a veces apodadas “Londongrad”, y tanto las oenegés como funcionarios británicos han dado la voz de alarma.
Algunos, como Román Abramóvich, poseen un club de fútbol de la Premier League, y sus hijos asisten a escuelas de élite.
El miércoles, mientras anunciaba el aumento de la ayuda militar británica a Kiev y la preparación de nuevas sanciones económicas contra Moscú, Johnson señaló un nuevo retraso en el tan esperado proyecto de ley sobre delitos económicos, que aumentaría la transparencia sobre los activos de los millonarios rusos.
“Debemos impedir que el dinero corrupto ruso fluya hacia Londres y cualquier otra capital financiera”, dijo en el parlamento, insistiendo en que Nueva York, París y otros centros financieros deberían unirse al esfuerzo de las sanciones. “Ningún país está haciendo más por atajar este problema que el Reino Unido”, aseguró.
Sin embargo, Londres fue menos duro que la Unión Europea (UE) al imponer el martes una primera salva de sanciones a los intereses rusos.
Sancionó a cinco bancos y tres magnates mientras, que los europeos sancionaron a 23 personalidades, entre ellas el ministro de Defensa, varios bancos y 351 diputados.
Tenis o cena
Según varios estudios, el fenómeno de “Londongrad” es posible gracias a la rica industria de servicios, que incluye grandes bancos, empresas de contabilidad, abogados, agentes inmobiliarios y consultores de relaciones públicas.
Y el Partido Conservador de Boris Johnson se ha beneficiado de la aportación de ricos donantes, incluidos algunos de Rusia.
“Podría ser que lo único que quiera esta gente sea jugar al tenis con Boris o cenar con él”, comenta Thomas Mayne, experto en corrupción en Rusia y Asia Central del ‘think tank’ Chatham House. “Pero lo que hay que preguntarse es dónde están sus verdaderas lealtades y de dónde viene su dinero”, dijo.
La semana pasada Londres puso fin, por motivos de seguridad, a los “visados de oro” para los inversores ricos.
Las relaciones entre Londres y Moscú están en su punto más bajo desde hace varios años, en la época del envenenamiento de antiguos espías rusos en suelo británico.
Beneficiándose de esta política, un antiguo miembro del gobierno de Putin, Vladimir Chernukhin, y su esposa Lyubov, se han convertido en ciudadanos británicos.
Esta última pagó más de dos millones de libras (2.7 millones de euros) a los conservadores desde el 2012, según el periódico Sunday Times, para obtener un acceso privilegiado a Boris Johnson y otras altas personalidades del Gobierno.