Estados Unidos y China acordaron una retirada gradual de los aranceles que ambas partes se han ido imponiendo durante su guerra comercial, que comenzó en marzo de 2018, en una señal de distensión entre las dos grandes potencias, informaron este lunes a Efe fuentes conocedoras de las conversaciones en Washington.
Aún quedan, sin embargo, por precisar los contenidos específicos del acuerdo entre Estados Unidos y China.
Los mercados recibieron las informaciones sobre el posible acuerdo con buenos ojos, y el Dow Jones de Industriales, el principal indicador de Wall Street, registraba hoy un ascenso de 0.86 % a media jornada.
El presidente estadounidense, Donald Trump, afirmó la pasada semana que anunciará “pronto” un nuevo lugar para la firma de la “primera fase” del acuerdo comercial con China, en la que se reunirá con su homólogo chino, Xi Jinping, tras la sorpresiva cancelación de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Chile, donde se tenía prevista la ratificación a mediados de noviembre.
“China y EE.UU. están trabajando para seleccionar un nuevo lugar para la firma de la Fase Uno del Acuerdo Comercial, en torno a 60 % del total, después de que la APEC en Chile fuese cancelada por circunstancias no relacionadas”, indicó Trump en su cuenta de Twitter.
“El nuevo lugar será anunciado pronto. El presidente Xi y el presidente Trump estamparán sus firmas”, agregó.
El mandatario describió el pacto como la “primera fase” en un proceso que puede desarrollarse en hasta tres etapas, y dejó de lado sus planes de subir los aranceles a las importaciones del gigante asiático a finales de año.
Por su parte, China se comprometió a aumentar sus compras de productos agrícolas estadounidenses hasta llegar a entre US$ 40,000 y 50,000 millones, una cifra que, según Trump, es entre “2.5 y 3 veces superior” a lo que Pekín “había comprado hasta ahora en su punto más álgido”, cuando rozó los US$ 17,000 millones.
Ninguno de los dos Gobiernos ha publicado hasta el momento detalles del acuerdo.
Trump adelantó que incluye algunas medidas relativas a la devaluación de la divisa china y temas de propiedad intelectual, aunque no trata la transferencia forzada de tecnología en China, un tema que se discutirá “en la segunda fase”.