Por Chris Bryant
¿No sirvieron de nada los esfuerzos? España, Francia y Alemania están registrando el mayor número de casos de coronavirus desde que salieron del confinamiento, por lo que el peligro de que Europa desperdicie su mejor oportunidad de controlar el coronavirus crece día a día.
La esperanza era que este verano (boreal) pudiéramos flexibilizar las restricciones sociales y de viaje dado que es mucho menos probable que las personas contraigan el virus cuando están al aire libre disfrutando del clima cálido. Las economías europeas dependen del turismo y no pueden permitirse una temporada con tumbonas y restaurantes vacíos.
Las aerolíneas y los hoteles colapsarían sin nuevas reservas, por lo que optaron por implementar nuevas medidas de higiene para tranquilizar a los clientes. La gente estaba desesperada por volver a ver a amigos y familiares.
El experimento fracasó. Ni siquiera ha terminado agosto y los casos se multiplican en Europa occidental, mientras que el sudeste de Europa, que sorteó lo peor de la primera ola del virus, ahora también está en apuros. Alemania fue aplaudida por su manejo del brote en primavera, pero el sábado registró más de 2,000 nuevos casos, el mayor incremento diario desde abril.
Un factor importante ha sido el reinicio de los viajes dentro de Europa, incluida la gente que va de vacaciones o que visita a familiares y amigos. Se cree que casi 40% de los casos recientes en Alemania se han contraído en el extranjero, según el Instituto Robert Koch.
Algo similar ocurre en Italia, donde casi un tercio de los nuevos casos fueron importados del extranjero. Los italianos que han ido de vacaciones a Cerdeña también han traído el virus al continente.
También ha habido una serie de casos en Europa vinculados a fiestas. Francia, que el domingo reportó casi 5.000 nuevas infecciones, dice que esa es su principal fuente de nuevos contagios.
No es de extrañar que el comisario de Comercio de la Unión Europea, Phil Hogan, esté bajo presión para que presente su renuncia después de asistir a una cena con cerca de 80 invitados en un hotel, contraviniendo las normas de Irlanda.
La canciller alemana, Angela Merkel, dice que Europa debe evitar volver a cerrar las fronteras “cueste lo que cueste”. La libre circulación es fundamental para el proyecto de la UE, por lo que el cierre de fronteras contribuyó al colapso de la producción económica en primavera.
Sin embargo, los políticos no pueden ignorar el hecho de que las personas están contrayendo el virus en el extranjero y lo están trayendo a casa.
Para aquellos que nunca viajan al extranjero, para los propietarios de negocios nacionales que ya se han visto afectados por medidas de confinamiento que ellos no provocaron y para el personal médico que debe tratar a otra cohorte de pacientes con COVID-19, estos eventos son especialmente frustrantes.
La respuesta es un programa de realización de pruebas y monitoreo mucho más rigurosos de los viajeros que regresan a su país y normativas mucho más estrictas en torno a las reuniones sociales.
Afortunadamente, el número de nuevas hospitalizaciones y muertes actualmente representa una fracción de las cifras registradas en primavera porque hay más casos entre los jóvenes, que experimentan síntomas leves o ningún síntoma. La detección de más casos importados apunta a algunas mejoras en las pruebas. Ahora que la temporada de viajes de verano está llegando a su fin, el problema del regreso de los viajeros debería disminuir un poco.
Pero el daño económico causado por este nuevo aumento ya es considerable. Los datos de servicios de la eurozona dados a conocer el viernes y la decisión de Ryanair Holdings Plc de reducir su horario de vuelos de otoño sugieren que los consumidores se están volviendo más cautelosos. La lista de países sujetos a medidas de cuarentena está creciendo.
También existe el riesgo de que los jóvenes comiencen a contagiar a los ancianos, y que las escuelas y guarderías vuelvan a cerrar, la pesadilla de todos los padres y ministros de Finanzas. En las dos semanas transcurridas desde su reapertura, más de 40 escuelas de Berlín ya han reportado casos de virus, lo que ha obligado a que alumnos y maestros se mantengan en cuarentena, según Associated Press.
Merkel y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, dicen que están decididos a evitar nuevas medidas de confinamiento, pero deben tranquilizarse. Hay mucho que los Gobiernos pueden hacer sin volver a imponer medidas draconianas. Es vital que cualquier persona que llegue desde un área de alto riesgo sea examinada. En Alemania, los chequeos para los viajeros que regresan son gratuitos.
Sin embargo, las autoridades locales de salud no siempre tienen la capacidad para monitorear a los pasajeros que regresan para asegurarse de que se hayan sometido a la prueba o que se mantengan en cuarentena. Se han reportado largos retrasos en la entrega de los resultados.
También han aumentado los contagios en Alemania entre padres e hijos que regresan del sudeste de Europa. El intento de la asociación alemana de viajes DRV por culpar a los migrantes por ello y exonerar a los veraneantes fue grosero e inútil. Los destinos populares de vacaciones también ocupan un lugar destacado en la lista de fuentes de casos importados.
Un aumento de los casos alemanes vinculados a bodas y fiestas privadas no fue una sorpresa, ya que las reglas en torno a las reuniones entre amigos y familiares varían mucho.
Los estados federales pueden establecer sus propias pautas y algunas de ellas son demasiado permisivas: en Berlín se pueden reunir hasta 500 personas en recintos interiores. En contraste, Inglaterra restringe las reuniones privadas a un máximo de 30 personas y el Gobierno ha amenazado con multas de 10,000 libras (US$ 13,000) por violar esas normas. Irlanda ha endurecido las restricciones para que solo seis personas puedan reunirse en espacios interiores.
El ministro de Salud alemán, Jens Spahn, tiene razón cuando dice que si debemos optar entre reabrir escuelas o celebrar fiestas y asistir a carnavales, la elección es obvia. Alemania y otros países con crecientes cifras de contagios deberían seguir el ejemplo de Airbnb Inc., que prohibió las fiestas en sus propiedades y estableció un límite de ocupación de 16 personas.
A menos que Europa haga lo correcto, es posible que los países se vean obligados a tomar medidas aún más impopulares para proteger a sus poblaciones, como aconsejar a los ancianos que se queden en casa y se alejen de sus familiares más jóvenes. Los meses de otoño e invierno no serán fáciles, pero actuar ahora puede evitar dificultades innecesarias.