La intención del BBVA de hacerse con el Sabadell vuelve a poner el foco en la concentración del sector bancario en España, que experimentó una fuerte reducción de entidades por la desaparición de cajas de ahorro debida a la crisis financiera de 2008 y volvió a verse recortado tras las recientes operaciones de integración de Caixabank con Bankia y Unicaja con Liberbank.
Antes de que la crisis financiera derivara en la desaparición del sistema de cajas de ahorro (banca pública regional), había alrededor de medio centenar de entidades en España, algunas de ellas con un alcance geográfico limitado y un nivel de negocio reducido. Quince años después queda una decena de entidades y pueden acabar en nueve.
Actualmente, Banco Santander, BBVA -estos dos con fuerte presencia en Latinoamérica-, Caixabank, Sabadell, Unicaja y Bankinter son los más grandes de un sector donde también han permanecido algunos nombres como Abanca, Kutxabank, Cajamar e Ibercaja.
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La fusión de Caixabank y Bankia en septiembre de 2020, que se formalizó en marzo del año siguiente, fue la última de gran calado, al crear un gigante bancario que hoy lidera el sector en España.
A esto se sumó la unión entre Unicaja y Liberbank, que acabó con la integración de dos entidades medianas en una de mayor tamaño. La operación culminó en julio de 2021.
Si prosperase la oferta pública de adquisición (opa) dirigida a los accionistas del Sabadell y anunciada este jueves por el BBVA, constituirían el segundo banco nacional en España y el tercero de Europa. La dirección del Sabadell ya rechazó el lunes un acuerdo amistoso de fusión propuesto por el BBVA.
A causa de la crisis financiera, en un escenario de tipos de interés mínimos, o incluso negativos, los bancos volvieron a las fusiones con el objetivo de conseguir un tamaño necesario para mejorar su negocio.
De hecho, los reguladores animaron a estas uniones, incluso instaron a propiciar integraciones supranacionales, que no llegaron a producirse, para mejorar la rentabilidad.
El sector ya había visto reducido el número de entidades en 2017, cuando Santander compró el Banco Popular por el precio simbólico de un euro, después de que este sufriera un “deterioro significativo”, según el Banco Central Europeo, por la pérdida de valor de los activos inmobiliarios que poseía.
La caída de las cajas de ahorro
La caída de Caja regional de Castilla La Mancha, que llegó a ser intervenida por el Banco de España, fue el detonante que reventó un sistema de pequeñas entidades que habían tenido una excesiva exposición al negocio de la construcción en España, la conocida ‘burbuja inmobiliaria”.
El estallido se llevó por delante el sistema financiero de las cajas de ahorro y dejó abultados agujeros financieros de miles de millones de euros perdidos y casos de corrupción de directivos.
En 2009 comenzó el ‘baile’ de las denominadas ‘fusiones frías’ entre estas entidades o en bancos más grandes. De una de estas integraciones surgió la semilla, por ejemplo, de Bankia, que unía hasta siete cajas de ahorro, la más destacada de ellas Caja Madrid.
Aunque algunos bancos privados, como Bankinter, ha mantenido su camino en solitario en los últimos años, la mayoría tienen en su historia la integración de alguna de estas cajas de ahorros.
BBVA, por ejemplo, incorporó a las catalanas que se englobaban en Unimm o a Catalunya Caixa, que provenía de la unión de otras entidades menores.
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