En la remota región montañosa de Maramures, en el norte de Rumanía, junto a la frontera con Ucrania, cada vez más jóvenes ucranianos no dudan en arriesgar sus vidas para escapar de la guerra que devasta su país.
“Muchos dicen que preferirían morir aquí que en los combates”, explica a AFP Dan Benga, responsable de los servicios de socorro en esta región aislada. “Son niños que no saben cómo sostener un arma y tienen miedo de ir al frente”, añade.
A 1.600 metros de altitud y en plena noche recibe los cadáveres de dos hombres encontrados por la policía fronteriza 300 metros más arriba, que son transportados en camillas y dentro en bolsas negras.
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Esa misma noche aparece en la línea de emergencia el mensaje de socorro de un ucraniano de 21 años atrapado en ese macizo salvaje de los Cárpatos.
“Tengo tanto frío”, se le oye decir con una voz temblorosa en inglés. Hace tres días que camina por estas tierras todavía nevadas.
Dan Benga lo localiza y envía a tres de sus hombres a buscarlo. Será rescatado al día siguiente. No pasa casi un día sin un descubrimiento macabro o una llamada de ayuda.
“Es una tragedia”, explica un paramédico barbudo de 55 años, temeroso de que el deshielo revele más cadáveres. “No están adecuadamente equipados, no tienen ropa de repuesto ni provisiones”, detalla.
Ante la escasez de armas y de hombres en momentos en que Rusia toma la iniciativa y multiplica los asaltos en el frente, Ucrania adoptó recientemente medidas para facilitar el reclutamiento y sancionar a los refractarios.
También redujo la edad mínima de reclutamiento de 27 a 25 años, lo que incita a miles de ucranianos a partir a países vecinos.
Protección temporal con derecho a trabajar
Solo en Rumanía se duplicó el número de llegadas ilegales en los cuatro primeros meses de 2024 en comparación con el mismo período un año antes.
Se contabilizaron cerca de 2,500 hombres ucranianos, con un total de 12,000 desde el inicio de la guerra. Oficialmente, los hombres de 18 a 60 años no tienen derecho a salir de Ucrania, en virtud de la ley marcial que prevé penas de hasta 12 años de prisión.
Al menos veintitrés de estos desertores murieron de frío en su travesía en las montañas o de ahogamiento en el río Tisza, que separa los dos países.
Cada día los guardias fronterizos encuentran entre 50 y 60 hombres en fuga. Entre ellos, uno de unos cuarenta años, originario de Odesa, detalla que desertó después de un año en el frente.
Su mano está llena de cicatrices y lleva los estigmas de los combates. Ninguno de los ucranianos entrevistados por AFP en la frontera accedió a testificar a cara descubierta por temor a represalias.
Una vez en suelo rumano están a salvo. A pesar de la legislación instaurada por Kiev no se les hacen preguntas en la frontera y reciben un título de protección temporal al igual que los demás refugiados ucranianos acogidos en la Unión Europea, dándoles el derecho a permanecer en el lugar y a trabajar.
En el centro que gestiona las solicitudes de la zona “el procedimiento tarda unos cinco minutos”, indica su directora, Simona Chioran, mientras que un hombre de 29 años, que lleva a su hija dormida en los brazos, realiza los trámites.
Provistos de documentos, muchos se van a otros países, cuenta un ucraniano refugiado aquí desde justo antes del lanzamiento de la ofensiva rusa. En el caso de quienes permanecen cerca de la frontera, suelen recibir la visita de sus esposas que quedaron en Ucrania y que les traen alimentos.