El nuevo puente de Génova, construido en un tiempo récord e inaugurado la semana pasada, fue erigido en símbolo de renovación en Italia, donde muchos abogan por un ambicioso plan de obras públicas que reactive la economía devastada por la pandemia del coronavirus.
“Se lo ruego de rodillas. Dé al país un plan extraordinario, como el Plan Marshall, para ponerlo en marcha de nuevo”, afirmó el presidente de la principal constructora italiana Salini Impregilo, Pietro Salini, dirigiéndose al primer ministro Giuseppe Conte.
Después de tres meses de una crisis sanitaria que causó cerca de 30,000 muertos, Conte asistió el 28 de abril a la colocación del último tramo del puente, que quedará abierto a la circulación en verano.
La infraestructura sustituye al viaducto Morandi que se derrumbó en agosto del 2018, causando 43 muertos.
Pero un gran plan de obras públicas debe superar varios obstáculos, entre ellos la situación presupuestaria del país, más que delicada, y la fama de mal pagador del Estado italiano, señaló Erik Jones, especialista en economía política en la universidad estadounidense Johns Hopkins.
“Muchos de esos proyectos están a la espera de la primera piedra, pero generan polémicas y se ven bloqueados por razones burocráticas”, señaló.
Un símbolo
El Movimiento 5 Estrellas (M5S) es el partido más grande del gobierno y algunos de sus miembros aborrecen los grandes proyectos de infraestructura, como la línea de tren de alta velocidad de Turín-Lyon o el gasoducto transadriático, una posición que se vio reforzada con el derrumbe del viaducto Morandi.
Este desastre dejó a la vista el estado catastrófico de las infraestructuras públicas en Italia, así como el fracaso de las autoridades, que no prestaron suficiente atención a las múltiples alertas sobre la peligrosidad del puente, construido en 1967.
Esta nueva obra “es un símbolo para toda Italia, una Italia que puede renacer, que se arremangará, que no se dará por vencida”, dijo Giuseppe Conte durante su visita a Génova, mientras los barcos del puerto hacían sonar sus sirenas de niebla a lo lejos.
Las necesidades son reales. En el 2018, Italia ocupaba el puesto 22 en una clasificación sobre la calidad de las carreteras en los países de la Unión Europea.
La mayoría de las carreteras italianas están administradas por empresas privadas.
El colapso del viaducto de Morandi fue el décimo desde el 2004.
Y el derrumbe en marzo de un puente cerca de Génova, que no ha causado víctimas probablemente debido al confinamiento, recordó la gravedad del mal estado de las infraestructuras en el país.
Otros 20 puentes amenazan con derrumbarse y 200 túneles incumplen la normativa de seguridad europea, según el diario La Repubblica.
La asociación italiana de constructores ANCE afirma que hay en espera 749 obras públicas -entre puentes, escuelas, hospitales o carreteras- por valor de 62,000 millones de euros (unos US$ 67,00 millones) de inversión y 962,000 puestos de trabajo.
Alrededor del 70% de las escuelas no cumplen con los estándares antiincendios, y más de la mitad fueron construidas antes de 1974 y no respetan las normas sísmicas en un país expuesto a los terremotos, según ANCE.
Pero ¿de dónde saldría el dinero en un país que espera una fuerte recesión del 8% al 10% en el 2020?, se preguntan los escépticos.
La crisis del coronavirus aumentará la deuda pública de Italia más allá del 155% del PBI anual, la más alta del mundo por detrás de las de Japón y Grecia.
Repensar las ciudades
El lunes, las constructoras pudieron reanudar las actividades para proyectos considerados estratégicos, como prisiones, colegios y viviendas sociales. El gobierno ha anunciado la garantía del Estado para préstamos de inversión, por un monto de 750,000 millones de euros.
También simplificará los procedimientos administrativos, que son un rompecabezas en Italia y bloquean, por ejemplo, la ampliación de una carretera en Toscana o un proyecto de línea ferroviaria de alta velocidad en Sicilia.
El grupo de presión ecologista Legambiente instó a las autoridades a invertir en infraestructuras adaptadas a los imperativos del calentamiento global.
En mente de todos están las inundaciones en Venecia en diciembre, agravadas por el considerable retraso en los proyectos de represas.
El Consejo Nacional de Ingenieros (CNI) ha pedido por su parte al gobierno que aproveche la situación para repensar la planificación urbana.
“Las ciudades han demostrado su fragilidad en términos sanitarios”, explicó su presidente Armando Zambrano, quien sugiere inversiones en áreas rurales y periurbanas, así como un desarrollo de internet para promover el teletrabajo.