Después de que una mujer contagiada con el coronavirus visitara un café de Starbucks al norte de Seúl este mes, más de veinte clientes dieron positivo al virus días después. Pero los cuatro empleados que usaban mascarillas se salvaron de la infección.
El brote del 8 de agosto en la ciudad surcoreana de Paju es otro ejemplo de la rapidez con la que el virus SARS-CoV-2 puede propagarse en espacios cerrados. También señala una forma de minimizar la transmisión.
Con las autoridades de salud de todo el mundo aún debatiendo la evidencia en torno a las mascarillas, el foco de contagios de 27 personas en el establecimiento con aire acondicionado respalda las normas de uso obligatorio para ayudar a limitar la propagación del virus causante de COVID-19.
“Esto dice mucho sobre el papel que pueden desempeñar las máscaras”, dijo Ma Sang Hyuk, médico de enfermedades infecciosas en Hospital de Changwon Fatima en Corea del Sur. “Es posible que las máscaras no ofrezcan una protección del 100%, pero no hay nada que sea tan efectivo”.
Países desde Australia a Venezuela están emitiendo recomendaciones para ayudar a frenar la pandemia, que ha infectado a más de 23 millones de personas y ha provocado la muerte de al menos a 810,000 en todo el mundo.
Las cubiertas faciales serán obligatorias en Nueva Zelanda para los residentes que utilicen el transporte público y el interior de vehículos de uso compartido, dijo la primera ministra Jacinda Ardern el lunes. La semana pasada, la Organización Mundial de la Salud emitió su asesoramiento sobre su uso en niños.
Pero la resistencia al uso de máscaras persiste en algunos países como Estados Unidos, donde las personas se oponen a que se les obligue a usar máscaras al entrar en tiendas o restaurantes. También se ha difundido información errónea sobre su eficacia y seguridad.
Las autoridades asumen que la mayoría de los clientes no usaban máscaras constantemente mientras bebían y comían en el establecimiento de Starbucks Corp. en Corea del Sur, según Gang Young-do, portavoz del Gobierno de Paju.
“El virus puede propagarse donde las personas no usan máscaras mientras comen o beben té, como quedó claro en el Starbucks en Paju”, dijo Jung Eun-kyeong, directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Corea del Sur, a los medios.
El caso de Starbucks es una de “las oportunidades más importantes para estudiar los factores de riesgo en una cohorte de personas más o menos controlada”, dijo Arnold Bosman, director de Transmissible BV, un desarrollador holandés de materiales de formación para el control de brotes. “Este evento de Starbucks será un ejercicio de formación muy valioso para las generaciones futuras de epidemiólogos”.
Las infecciones de Starbucks resultaron en unos 35 casos más fuera de la cafetería a fecha de 24 de agosto. Se suman a los más de 3,000 de este mes que han llevado al Gobierno de Corea del Sur a considerar imponer el nivel de reglas de distanciamiento físico más alto, un golpe para una economía que ha logrado evitar una fuerte recesión hasta ahora.
El área metropolitana de Seúl se ha convertido en un foco del virus, y las autoridades han decretado la obligatoriedad del uso de máscaras esta semana tanto en interiores como en exteriores.