La volatilidad se disparó en todos los mercados el lunes, con un indicador de las posibles oscilaciones del tipo de cambio euro-dólar en un máximo desde noviembre del 2020 y una medida de la inestabilidad de la renta variable en máximo de dos semanas.
Los mercados se espantaron a última hora del viernes tras la advertencia de Estados Unidos de que una invasión rusa de Ucrania podría llegar en “cualquier momento”. El domingo, Washington dijo que Moscú podría crear un pretexto sorpresa para un ataque.
Los mercados bursátiles cayeron con fuerza el lunes y Wall Street se preparaba para abrir con bajas, mientras que los precios del petróleo se dirigieron hacia los US$ 100 el barril. Activos como la deuda pública y el franco suizo se vieron beneficiados.
El índice de volatilidad de la renta variable VIX -conocido a menudo como el “indicador del miedo” de Wall Street- subió a su nivel más alto desde el 28 de enero, en 32 puntos, tras haber caído bajo los 20 la semana pasada. Su par europeo alcanzó su máximo desde el 24 de enero, superando los 33 puntos.
El aumento de la volatilidad alcanzó también a los mercados de divisas y de bonos, con la volatilidad implícita a un mes del euro-dólar en el 7.6%. A finales de enero estaba por debajo del 6%.
Un índice de Deutsche Bank sobre la volatilidad de las divisas del G10 subió al 7.5%, el punto más alto desde febrero del 2021, mientras que el indicador de BofA sobre la volatilidad del mercado de bonos cerró el viernes en un máximo de varios años de 94 puntos.
Aparte de la amenaza de una guerra que dificulte el suministro de petróleo y golpee el crecimiento económico, la política de los bancos centrales ha sido una fuente añadida de volatilidad.
La inflación, en máximos históricos o de varios años, está alentando las especulaciones de que la Reserva Federal de Estados Unidos podría optar por un ciclo agresivo de subidas de tasas, y que el Banco Central Europeo también podría subir los tipos de interés este año.
UBS Global Wealth Management señaló que las oscilaciones del mercado habían aumentado desde principios de año, mientras que la preocupación por el COVID-19 había disminuido.
“La volatilidad sigue siendo elevada como consecuencia de las repetidas sorpresas al alza en los datos de inflación de Estados Unidos y la creciente preocupación en Europa del Este”, dijo.