Cuando bajaron temprano a comprar pan se toparon con dos cuerpos maniatados sin cabeza. Luis, estremecido, en un reflejo, le tapó los ojos a su nieto. Los sicarios del narco en Ecuador habían dejado un mensaje macabro.
Junto a las escaleras que llevan al Cerro Las Cabras quedaron los cadáveres que esa mañana de marzo sorprendieron a los habitantes de esta populosa y empobrecida zona del municipio de Durán, próximo a Guayaquil.
“Le tapé los ojos a mi nieto, subí, cerré las ventanas y no supe más”, recuerda Luis Sarmiento, un antiguo obrero de 78 años y quien hace 16 vive en esta colina.
Como si fuera una hiedra, el narcotráfico trepó hasta aquí para montar su “escuela de sicarios”, que desde temprana edad sirven a las bandas que venden drogas al por menor, señala un exjefe de la policía bajo reserva.
Las pandillas reclutan a niños desde los diez años para la venta de droga. “Primero venden y después les dan un arma y se convierten en sicarios”, complementa el coronel de la policía Jorge Hadathy.
En uno de los escondites de Los Lagartos, una de las pandillas de Durán, fuera del Cerro, autoridades encontraron peluches de cocodrilos. La policía cree que las bandas, para atraer a los niños que luego arman, les reparten juguetes alusivos a la organización.
La mayoría de los 230 detenidos en Durán entre enero y abril del 2022 tenía entre 17 y 18 años, según el coronel. “Y tienen cuatro o cinco muertes encima”, añade el comandante del distrito policial.
El Cerro Las Cabras es el punto más violento de Durán donde, en febrero, también fueron encontrados dos cuerpos tiroteados que pendían de un puente peatonal.
Desde octubre del 2021 han aparecido cinco cadáveres mutilados más los dos decapitados, en ajustes de cuentas al estilo cruel de las mafias mexicanas.
Los asesinatos están relacionados con las riñas entre bandas del microtráfico, que puede mover unos US$ 1.8 millones al mes solo en Durán, según cifras oficiales.
“Sin opciones”
En las faldas del cerro, unos 30 policías inspeccionan vehículos en busca de drogas o armas. Barrio adentro, efectivos a caballo requisan a un hombre de gorra.
Los vecinos siguen de reojo los operativos, sin salir de sus casas o entablar conversación, en la ley del silencio propia de las mafias.
En su más reciente incursión en el Cerro Las Cabras, la policía recibió el apoyo de los militares movilizados bajo el estado de excepción que decretó el gobierno para enfrentar a las mafias en tres provincias, incluida Guayas, donde está Durán.
“Las bandas nos juegan al gato y al ratón”, comenta el sargento Washington Reyes. Incluso usan “campaneros”, niños a quienes dan radios “del porte de un encendedor” para que los alerten de los operativos.
Esto es un “supermercado de la droga”, señala el coronel Hadathy. “Las familias viven de la venta o reciben dinero de las mafias, y el resto calla por miedo”, agrega.
Los adolescentes son presa fácil de los narcos, dice Alexandra Saavedra, líder comunitaria en Durán.
“Si no tienen lugares para hacer deporte, viven en un lugar deprimido, seguro se hacen de una banda. A veces el lobo no es malo porque quiere, sino que no tiene opciones”, comenta.
Déjà vu
Cabecillas como Junior Roldán y Ben 10, de la temida banda Los Choneros y su brazo armado Chone killers, vienen del Cerro Las Cabras. Ambos se iniciaron como sicarios, según autoridades.
La organización está implicada en el desangre de las cárceles ecuatorianas. En el último año, alrededor de 400 reclusos han muerto en masacres entre pandillas por el control del sistema penitenciario.
Fuera, la violencia también sigue su curso. Desde enero 363 personas han sido asesinadas en crímenes ligados a las drogas en Durán y las vecinas Samborondón y Guayaquil, el principal puerto del país y punto de salida de toneladas de cocaína hacia Europa y Estados Unidos.
Solo en las dos últimas ciudades se han decomisado 43.5 toneladas de droga en lo que va del año.
Ecuador está ubicado entre los dos mayores productores mundiales de cocaína, Colombia y Perú, y aunque por años estuvo a salvo de la violencia, el negocio mutó y hoy su territorio es un “centro logístico” y mercado en disputa del tráfico de narcóticos.
Un panorama que algunos ya comparan con el de la Colombia de hace tres décadas cuando los carteles sembraron terror con sus sicarios.
“Usted ha hecho una comparación con la Colombia de los años ochenta, pero igual Colombia es un país que logró su desarrollo económico, atrajo inversión local, inversión internacional y Ecuador pasa por un muy buen momento económico”, contestó el presidente Guillermo Lasso el 26 de abril a la pregunta de un periodista.