El otro pilar del acuerdo de la OCDE establecería un mecanismo para transferir entre jurisdicciones los beneficios alcanzados por empresas del entorno digital, de forma que las grandes tecnológicas no puedan evadir el pago de impuestos en un entorno globalizado como el actual. (Foto: Eric PIERMONT / AFP)
El otro pilar del acuerdo de la OCDE establecería un mecanismo para transferir entre jurisdicciones los beneficios alcanzados por empresas del entorno digital, de forma que las grandes tecnológicas no puedan evadir el pago de impuestos en un entorno globalizado como el actual. (Foto: Eric PIERMONT / AFP)

El camino europeo del impuesto mínimo de 15% para multinacionales se ha topado este viernes con un nuevo obstáculo, con el veto de Hungría, asumiendo así un papel que hasta ahora representaba Polonia y que impide sacar adelante a nivel europeo este proyecto acordado a nivel global en el seno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

La Unión Europea (UE) ha necesitado varios meses de negociaciones para que Varsovia levantara el rechazo a la iniciativa, pero cuando eso ha sucedido, Budapest ha dado otro golpe sobre la mesa que paraliza el acuerdo y deja al club pendiente de nuevo de los movimientos de Viktor Orbán, que hace poco mantuvo bloqueado el paquete de sanciones contra Moscú que incluía el embargo al petróleo ruso.

El proyecto de directiva, en línea con el pacto alcanzado el pasado verano en el foro internacional, establece un tipo mínimo efectivo de 15% en el impuesto de sociedades sobre todas aquellas compañías con unos ingresos anuales superiores a 750 millones de euros.

El otro pilar del acuerdo de la OCDE establecería un mecanismo para transferir entre jurisdicciones los beneficios alcanzados por empresas del entorno digital, de forma que las grandes tecnológicas no puedan evadir el pago de impuestos en un entorno globalizado como el actual.

Los detalles de esta otra parte no están finalizados y precisamente esta lentitud para cerrarla es uno de los argumentos que Budapest ha utilizado para explicar su posición en contra del tipo mínimo durante la reunión de ministros de Finanzas de los Veintisiete (Ecofin) en Luxemburgo.

“Hungría no puede apoyar la propuesta de directiva para un tipo mínimo global en este momento, el trabajo no está listo. Creo que tenemos que seguir con los esfuerzos para encontrar una solución”, subrayó el titular húngaro de Finanzas, Mihály Varga.

El problema que Polonia planteaba hasta este mismo viernes era exactamente el mismo, la falta de avances en la tasa digital y el miedo a dejarla de lado mientras se aplicaba ya el tipo mínimo, pero la Comisión Europea (CE) se ha comprometido a favorecer una “solución rápida” para sacar adelante en la OCDE el gravamen a los gigantes tecnológicos.

De hecho, en una declaración que acompaña el acta de la reunión del Ecofin de este viernes, Bruselas reafirma su “determinación” para aplicar ambos pilares “lo antes posible” e incluso a presentar una propuesta legislativa para la fiscalidad digital si no hubiese acuerdo en el foro global.

La guerra en Ucrania

Aunque este compromiso fue suficiente para Polonia, se queda corto a ojos de Hungría, país que además argumentó que el entorno económico ha cambiado sustancialmente por el impacto de la guerra en Ucrania, por lo que el club debería centrarse ahora en combatir la inflación, los costes energéticos o los problemas de suministro.

“La UE debe prestar atención a las consecuencias de la guerra Introducir bajo estas circunstancias una imposición mínima sobre las multinacionales causaría daños serios sobre las economías europeas”, explicó el ministro húngaro durante el debate público con el resto de colegas del Ecofin.

Tras escucharle, el ministro de Finanzas de Francia, Bruno Le Maire, en nombre de la presidencia de turno de la UE, afeó al gobierno húngaro el hecho de que ya había dado su visto bueno a la iniciativa con anterioridad e incluso después de que comenzará la agresión militar de Rusia contra Ucrania.

En efecto, Budapest había levantado en abril las reservas que mantenía sobre el proyecto tras obtener una serie de excepciones en la llamada regla de inclusión de rentas para que fuese voluntaria durante un periodo de cinco años.

Se da, sin embargo, la circunstancia de que Bruselas tiene bloqueada la aprobación del plan de recuperación de Hungría por su deriva autoritaria y que Polonia no ha dado su brazo a torcer hasta que la CE validó su programa de reformas e inversiones para absorber los fondos europeos post pandemia.

La vicepresidenta española de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, lamentó la falta de acuerdo y rechazó “especular” sobre las razones que han llevado a las autoridades húngaras a cambiar de posición, al tiempo que reiteró que España apoya “decididamente” la necesidad de construir una fiscalidad global “más justa” y acorde al siglo XXI.

Por su parte, el francés Le Maire, que insistió durante toda la jornada en que ya no quedan “obstáculos técnicos” que resolver para sacar adelante el impuesto, garantizó que seguirá intentando conseguir el visto bueno de Hungría en los próximos días, de forma que el tipo mínimo quede desbloqueado antes del 30 de junio, día en que finaliza la presidenta de turno de la UE que ostenta Francia.

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