Los ministros de Economía del G20 se reúnen entre este miércoles y el jueves en São Paulo (Brasil) con la financiación de la transición ecológica, la tributación a las grandes fortunas y el combate a la desigualdad en el centro de los debates.
Brasil, que ocupa la presidencia del foro que reúne a las mayores economías del planeta, es el anfitrión de este primer encuentro ministerial en el ámbito de las finanzas que tiene lugar una semana después de la reunión de cancilleres celebrada en Río de Janeiro.
Esta vez el escenario elegido es São Paulo, centro financiero de la economía más potente de América Latina, adonde han llegado cerca de 450 delegados representando a los miembros del G20 y a los nueve países y 17 organizaciones internacionales invitadas.
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La cita, a la que también acuden los gobernadores de los Bancos Centrales, se produce en un contexto global volátil, marcado por nuevas tensiones geopolíticas y en medio del debate en torno al ritmo del proceso de flexibilización monetaria, tras la escalada inflacionista pospandemia.
A nivel macroeconómico, el optimismo es contenido, pues se espera un crecimiento global de entre el 2.4% y el 3.1% este año, una tendencia positiva que seguirá a priori en 2025, según los pronósticos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
No obstante, las economías emergentes, algunas de las cuales están en el G20, como Brasil, México, India, Indonesia o Sudáfrica, están sintiendo más los efectos del crecimiento de la deuda pública y los tipos de interés, que han batido récords en estos últimos.
Brasil planteará un impuesto a los “superricos”
Brasil quiere impulsar durante su mandato en el G20 medidas concretas para un “desarrollo justo”.
El ministro de Hacienda brasileño, Fernando Haddad, quien previsiblemente participará de forma remota tras dar positivo en covid, anticipó que propondrá establecer una tributación unificada para las grandes fortunas, parecida a la aprobada el año pasado en su país.
La ONG Oxfam ha apoyado la iniciativa y en un informe divulgado el lunes señaló que un impuesto de hasta el 5% al patrimonio y las ganancias de los más ricos en los países del G20 sería suficiente para acabar con el hambre mundial.
Se antoja difícil un resultado concreto al respecto. Este martes la coordinadora de los grupos de Finanzas del G20 y secretaria de Asuntos Internacionales del Ministerio de Hacienda de Brasil, Tatiana Rosito, dijo que están trabajando en un comunicado conjunto “corto” que refleje las prioridades de la Presidencia de Brasil.
Estas son: combatir las desigualdades y la pobreza, promover una transición ecológica con justicia social y reformar las instituciones financieras multilaterales, que Brasil considera ineficaces a la hora de dar respuesta a los desafíos actuales.
“Esperamos que los debates nos den oportunidades para intercambiar ideas y avanzar en la formación de consensos”, en un mundo con “múltiples crisis y conflictos”, señaló Rosito.
EE.UU. pide estrechar más el cerco sobre Rusia
Por otro lado, la secretaria del Tesoro de EE.UU., Janet Yellen, instó este martes a sus aliados a trabajar en fórmulas legales para ‘descongelar’ el valor de los activos rusos que mantienen bloqueados, a fin de contribuir a financiar a Ucrania.
En una rueda de prensa en São Paulo, Yellen opinó que “lo más fácil” puede ser confiscar los activos rusos que están bloqueados, aunque subrayó que Estados Unidos y sus aliados deben tomar medidas en conjunto y de acuerdo con la legislación internacional.
“Tenemos que mostrar al Kremlin que estaremos al lado de Ucrania el tiempo que haga falta”, advirtió.
El ministro de Finanzas ruso, Antón Siluánov, no está previsto que comparezca en la reunión del G20, aunque sí está en São Paulo para una reunión del foro de los BRICS, que Rusia integra junto con Brasil, India China, Sudáfrica y los recientemente incorporados Egipto, Etiopía, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí.
Yellen también abogó por continuar imponiendo sanciones a Rusia para restringir el acceso de Moscú a los medios materiales y a los fondos necesarios para continuar la guerra contra Ucrania, de la que se acaban de cumplir dos años sin previsiones de un final próximo.
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