La proporción de adultos jóvenes muertos por el nuevo coronavirus en Brasil es superior a la de otros países duramente afectados por la pandemia, sobre todo entre las clases más pobres, que enfrentan más obstáculos para cumplir las medidas de distancia social.
En este país de 210 millones de habitantes, con una población más joven que la europea, 69% de los fallecidos por COVID-19 tienen más de 60 años, según cifras oficiales.
En países como Italia y España, los mayores de 60 representan el 95% de los decesos.
La diferencia se explica en primer lugar por la pirámide de población: apenas 13.6% de los brasileños tienen más de 60 años, frente al 25% de los españoles y 28% de los italianos.
Pero también entran en juego otros factores.
“Como nuestra población es más joven, es normal que el porcentaje de muertes sea más elevado entre los brasileños con menos de 60 años, pero también se debe al hecho de que estos adultos jóvenes respetan menos las medidas de confinamiento”, explicó Mauro Sanchez, epidemiólogo de la Universidad de Brasilia.
La tasa de adhesión a las medidas de cuarentena, calculada en base a la señal de los teléfonos móviles, ha caído de manera constante en el último mes, al mismo tiempo que el presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro cuestionaba el confinamiento parcial adoptado por varios estados, en nombre de los impactos económicos de esas medidas.
El porcentaje de muertos por coronavirus con menos 60 años -que era 19% en abril- escaló a 31% esta semana, cuando el país registró por primera vez, el martes, más de mil muertes en un día.
La cifra acumulada de muertes superó el jueves los 2,000, 57% del total de los de América Latina.
“Cifras preocupantes”
Cuando se trata de los contagios, el Ministerio de Salud no provee datos sobre las franjas de edad.
Especialistas señalan además que los datos oficiales de contagios pueden ser hasta 15 veces menores que los casos reales, debido a la falta de test generalizados.
Según estimaciones del colectivo de investigadores COVID-19 Brasil, el país ya acumularía más de 3.6 millones de infectados, frente a los 310,087 que figuran en los informes ministeriales.
Según proyecciones del grupo, las franjas de edad de 20 a 29 años y de 30 a 39 concentran más de 580,000 casos cada una, o sea alrededor de un tercio del total de contagios.
“Sabemos que hay diferentes variantes del nuevo coronavirus en circulación en el mundo, pero ningún estudio ha demostrado hasta ahora que en Brasil sea más virulento contra los jóvenes”, afirma Patricia Canto, neumóloga de la Escuela Nacional de Salud Pública de Fiocruz, una institución de investigación de referencia en la región.
“Pero las cifras son preocupantes, porque muestran que los jóvenes no toman las precauciones necesarias y se exponen al virus, aunque también corran riesgo de presentar síntomas graves”, agrega.
"Pese a que la mayoría de los jóvenes adultos infectados no precisan internarse, los servicios de salud están más saturados de lo que estarían si solo recibieran ancianos", señala Mauro Sanchez.
Para el investigador, “la mayoría de quienes no respetan el confinamiento salen de casa porque no tienen otra opción”, en alusión a los millones de trabajadores pobres cuyos ingresos provienen de la economía informal, como los vendedores ambulantes.
“Si el gobierno hubiese implementado [con éxito] una política de ayuda masiva a las personas más vulnerables, tal vez esas personas se habrían quedado en sus casas”, sostiene.
El gobierno está distribuyendo partidas mensuales de 600 reales (unos 1us$ 07, al cambio actual) para los o jefas de hogares de baja renta, pero muchos candidatos a recibir la ayuda han enfrentado problemas a la hora de registrarse.
Esto lleva a que se formen largas filas en las sucursales del banco público que paga el beneficio, generando aglomeraciones propicias para la propagación del virus.
Factores de riesgo
Para Julio Croda, infectólogo de la Universidad de Mato Grosso do Sul, los adultos jóvenes de clases pobres corren más riesgo de enfermarse gravemente de COVID-19.
“Muchos no tienen acceso a una alimentación saludable y presentan muchos factores de riesgo relevantes, como obesidad, hipertensión y diabetes”, explica.
“Esto deconstruye el discurso de quienes defienden el aislamiento vertical, o sea, confinar apenas a los ancianos”, añade Croda, exdirector del departamento de Enfermedades Transmisibles del Ministerio de Salud, que renunció en marzo por discordar con la política implementada.
Bolsonaro preconiza el aislamiento vertical para mantener la economía en funcionamiento.
“Defiende una estrategia sin ninguna base técnica o científica y, como representante de la nación que influye en la opinión de muchos brasileños, coloca a la población en riesgo”, advierte Croda.